«En el Dizionario dell'omo salvatico, libro polémico, agresivo, Giovanni Papini continúa su batalla católica. Colabora con Papini en este trabajo, un escritor toscano, Doménico Giuliotti, que en un libro lleno de pasión y ardimiento, La Hora de Barrabás, asumió en 1923 la mística actitud de cruzado tomada por el autor de la Historia de Cristo.
(...) Papini y Giuliotti repudian y condenan en bloque la modernidad. El espíritu moderno, cuyos primeros elementos aparecen con el Renacimiento, se presenta hoy como causa y efecto a la vez de esta civilización industrialista y materialista. Se llama humanismo, protestantismo liberalismo, ateísmo, socialismo, etc. Papini y Giuliotti nos predican, como otros espiritualistas reaccionarios, el retorno al Medio Evo.
Su rencor contra la modernidad se traduce, por ejemplo, en una acérrima diatriba contra América. "La América —dice el Diccionario— es la tierra de los tíos millonarios, la patria de los trusts, de los rascacielos, del tranvía eléctrico, de la Ley de Lynch, del insoportable Washington, del aburrido Emerson, del pederasta Walt Whitman, del vomitivo Longfellow, del angélico Wilson, del filántropo Morgan, del indeseable Edison y de otros grandes hombres de la misma pasta. En compensación nos ha venido de América el tabaco que envenena, la sífilis que pudre, el chocolate que harta, la patata pesada para el estómago y la declaración de la Independencia que engendró, algunos años después, la Declaración de los Derechos del Hombre. De lo que se deduce que el descubrimiento de América —aunque realizado por un hombre que tuvo lados de santidad— fue querido por Dios en 1492 como una punición represiva y preventiva de todos los otros grandes descubrimientos del Renacimiento: esto es, la pólvora de cañón, el humanismo y el protestantismo"».
- José Carlos Mariátegui, El alma matinal, Valores de la cultura italiana moderna