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Contenido católico de calidad.

«Me he cansado ya de ser moderno, ahora quiero ser eterno»

EL ESCUDO CATÓLICO (Spanish)

¡Bienvenidos a El Escudo Católico! Este canal de Telegram es tu destino para contenido católico de calidad. En un mundo lleno de distracciones y mensajes contradictorios, aquí encontrarás un refugio para tu fe y crecimiento espiritual.

Nuestro lema es «Me he cansado ya de ser moderno, ahora quiero ser eterno», y eso es lo que reflejamos en cada publicación, en cada reflexión, en cada oración compartida. Queremos conectar a personas de todas partes que comparten la fe católica y desean profundizar en ella.

¿Quiénes somos? Somos un grupo de católicos comprometidos con la evangelización a través de las redes sociales. Nuestro objetivo es llevar el mensaje de Cristo a cada rincón del mundo virtual, inspirando, educando y acompañando a quienes nos siguen.

¿Qué ofrecemos? En El Escudo Católico encontrarás una variedad de contenido, desde citas de santos y escrituras hasta reflexiones sobre la actualidad desde una perspectiva católica. También compartimos recursos, oraciones, noticias de la Iglesia y mucho más. Todo ello con un enfoque en la calidad y la fidelidad a la doctrina de la Iglesia.

Si buscas un lugar donde nutrir tu fe, compartir tu amor por Dios y aprender más sobre la riqueza de la tradición católica, ¡este canal es para ti! Únete a nuestra comunidad, participa en las conversaciones, comparte tus inquietudes y crece junto a nosotros en tu camino de fe.

En El Escudo Católico, la fe no es solo una creencia, es un compromiso. ¿Estás listo para sumergirte en esta experiencia única? ¡Te esperamos con los brazos abiertos! 🙏🕊️

EL ESCUDO CATÓLICO

21 Nov, 07:00


#IMÁGENES

EL ESCUDO CATÓLICO

20 Nov, 07:05


CASTIDAD Y MATRIMONIO

“(...) hay en el matrimonio bien contraído una (…) vida intelectual (…) al casarte no abdicarás la facultad y ejercicio de pensar; y como el pensar a solas, cuando se vive a dúo, es una manera de divorcio (…) sentirás la necesidad de hallar en tu mujer algún eco o resonancia de tus pensamientos. Circunstancia es ésta en que se piensa poco en el fervor del enamoramiento juvenil.

(…) ¡qué decepción ha de ser para un hombre de talento (…) ver que de esa boca que se le había antojado tan atrayente, no salen más que puras y simplicísimas tonterías...!

No quiero yo que la mujer piense como un filósofo; no es ése comúnmente su papel en la vida intelectual del matrimonio. No te aconsejo precisamente que te cases con una doctora, y pido al Señor te libre de una intelectual. La pedantería, vicio intolerable en cualquier varón, es cosa abominable en la mujer (…) Si hubiera alguna causa atenuante del suicidio, creo yo que habría de ser una el verse indisolublemente atado a una semejante Enciclopedia con faldas (…)

No te pongo, por consiguiente, como requisito para la vida intelectual del matrimonio, el que tu mujer sea erudita, o esté adornada de grados académicos. Pero sí que no sea ruda e ignorante en tales términos, que las ideas que tú concibas puedan hallar en ella alguna resonancia y simpatía.

Si la mujer ha de ser compañera del varón, y no un mero instrumento al servicio de sus comodidades y bajos apetitos; si ha de compartir con él la vida, en la más amplia y honda acepción de la palabra; menester es que pueda interesarse por lo que a él más le interesa; por sus trabajos, sus aspiraciones, y aun sus ilusiones del orden científico y artístico, comercial y político. Y para esto es necesario que la mujer de un hombre culto como tú, posea alguna general cultura.

No es menester que iguale la formación científica o literaria de su esposo. Basta que pueda ser para él, lo que para un maestro un inteligente y aplicado discípulo. Para que, como el maestro se goza comunicando a un discípulo tal sus científicas investigaciones, así el esposo pueda descargar en la inteligencia de su mujer esa necesidad que nos mueve a comunicar nuestras ideas; sin lo cual, nuestros trabajos más ideales carecen de su más dulce sabor y embeleso.

Si el esposo encuentra en su mujer una constante incapacidad para participar de su vida intelectual, acabará menospreciándola, y poco a poco renunciará a ella (…) en estas comunicaciones más elevadas de su alma. La mujer acaba entonces decayendo de la alta dignidad para que la creara Dios en el principio, y en que la repuso Jesucristo, y va descendiendo de su pedestal, al humilde lugar de juguete o de sirvienta.

Sea, pues, lo primero que mires en tu futura esposa, su formación intelectual que la haga capaz de convivir contigo en las regiones donde tú comúnmente vives. Aun cuando en ellas haya de penetrar siempre cogida de tu mano y dependiente de ti; lo cual, si llegan a interesarla tus ideas, será un suavísimo y estrechísimo vínculo de amor. Al contrario de lo que acontecerá, si sabe o imagina saber tanto, que se atreve a sostener sus opiniones frente a las tuyas, y por ventura a considerarte como inferior a ella en talento y formación científica o intelectual. Que éste es, además de la pedantería, el peligro de las mujeres sabias.

La mujer ha de ser bastante alta para ser compañera, pero no ha de empinarse tanto que pueda pasarle por la mente la tentación de convertirse en guía; pues esta igualdad, y aun pretendida superioridad intelectual, es de suyo obstáculo para la dulce subordinación que toca a la mujer en la divina economía del hogar, donde su reinado no se ha de fundar en la superioridad, sino en la abnegación y el amor.”

Antes de que te cases” – Padre Ramón Ruiz Amado, S. J.

#CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

19 Nov, 07:00


#IMÁGENES #PROBLEMAMAL

EL ESCUDO CATÓLICO

18 Nov, 07:05


PERFECCIÓN ESPIRITUAL

“Un día Jesús hacía oración a la vista de sus apóstoles, y uno de ellos le pidió: «Maestro, enséñanos a hacer oración» (Lc 11:1). Tenían ante sí el espectáculo de Jesucristo hablado en su interior con el Padre. El recogimiento y la concentración de Jesús debían ser impresionantes. Pero no podían ver los pensamientos que circulaban entre el Padre y el Hijo (…) querían saber qué fenómeno era aquel de la oración (…) experimentar también ellos cómo era tener en la cabeza y en el corazón a Dios (…)

No se hizo de rogar el Salvador, y, saliendo de aquel estado maravilloso de quien está unido a lo que más ama, les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre…».

Y allí en lo alto del Monte de los Olivos, según la tradición, salió de la boca de Jesús lo que había en su corazón y en sus pensamientos: «Padre…» (…) Cuando le piden que les enseñe a hablar con Dios, responde: «Cuando lo hagáis, decid: Padre».

En la liturgia de la Misa, cuando se acerca el momento de la comunión, el sacerdote incoa el Padrenuestro para que todos lo recitemos juntos, en voz alta. Pero antes lo introduce, generalmente con estas palabras: «Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir…». Está claro que es una recomendación del Salvador, y quizá más que eso. Es un imperativo: «Cuando oréis, decid…».

Pero llama la atención la expresión «nos atrevemos a decir». ¿Por qué dice que nos atrevamos? ¿Dónde está el atrevimiento? ¿Acaso rezar es algo arriesgado? En Misa estamos todos a salvo. ¿Dónde está el riesgo?

Si me dicen: «Vamos a bajar la montaña por esa ladera tan inclinada. ¿Te atreves?». O si me piden que monte sobre un caballo desconocido o a medio domar, pues sí, hay que echarle valor. Pero, para rezar un Padrenuestro, ¿qué valor se necesita? ¿Por qué dice «nos atrevemos»?

Llamar a Dios así, Padre, dirigirnos a él con esa palabra, es fatal. Es devastador, osado, atrevido. Porque es reconocerse hijo. El que llama a Dios “Padre”, está diciendo: “tengo alguien por encima”; “no soy yo la ley”; “no soy el que manda”; “no tengo la última palabra”; “hay alguien a quien debo obedecer…” El que llama a Dios “Padre” se está reconociendo indigente. A Él le pido el pan, la felicidad, el perdón de mis ofensas, y además me someto a su voluntad: «Hágase tu voluntad».

Hace falta valor para rezar el Padrenuestro.

San Marcos (14:36) nos muestra a Jesús llamando a Dios Padre, pero añadiendo un matiz muy revelador (…) se refiere a Dios como Abbá. Es una palabra aramea (…) Parece ser que en el destierro en Babilonia fueron abandonando el hebreo, que era una lengua pobre, y aprendieron el arameo, mucho más rico (…) Abbá vendría a significar, no ya padre, sino más bien “Papá”. Es decir, lo mismo que padre, pero con un añadido afectuoso cargado de amor (…)

Abbá, padre, papá (…) Eso es Dios, y más. Así hemos de llamarle, así tenemos que tratarle.”

Viaje al corazón del Evangelio” – Padre Alfonso Sanz

#PERFECCIÓNESPIRITUAL

EL ESCUDO CATÓLICO

16 Nov, 20:05


#IMÁGENES #CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

15 Nov, 07:06


UNA EXPERIENCIA DEL INFIERNO - PARTE 2 DE 2

Ellos hablan de lo que dice el Papa, pero el Papa está pasado de moda”. Y yo les enseñé los métodos de planificación para no quedar embarazadas. Pero les fallaron y tres sobrinas mías y la novia de un sobrino abortaron por mis consejos. A algunas yo les di el dinero para el aborto. Yo usaba la T de cobre, que es abortiva, y vi a cuántos bebés yo había matado también, que habían sido concebidos y después expulsados...

También había creído en supersticiones. A una señora, que iba a mi consultorio, le dije que no creía en esas cosas, pero que por si acaso, echara esos “riegos” para la buena suerte. En un rincón, donde no lo veían mis pacientes, había colocado una penca de sábila con una herradura, para alejar las energías negativas. Otro punto importante, que me hizo ver el Señor, fue mi mentira. Desde pequeñita aprendí a evitar los castigos de mi mamá, que eran bastante severos, con mentiras, empezando a volverme mentirosa. A medida que iba creciendo y crecían mis pecados, mis mentiras eran más grandes.

Criticaba mucho a los sacerdotes. En mi familia, desde pequeños, criticábamos a los sacerdotes, empezando por mi papá, que nos decía que eran mujeriegos y tenían más plata que nosotros. Pero el Señor me dijo: “¿Quién eres tú para hacerte Dios y juzgar a mis ungidos?”. Recuerdo también que el Señor me hizo ver aquella vez en que robé 4.500 pesos. Una señora me dio 4.500 pesos de más en un supermercado de Bogotá. El Señor me hizo ver que para mí no eran nada, pero para aquella mujer, que cobraba el sueldo mínimo, era la alimentación de tres días. Y me mostró cómo sufrió y aguantó el hambre dos días con sus dos hijos por mi culpa.

Cuando se cerró el Libro de la vida y terminó la revisión de vida, me vi que estaba en el hueco a punto de que se abriera la puerta del infierno. Entonces, empecé a gritar: “Jesús, ten compasión de mí Señor, dame una segunda oportunidad”. Y ése fue el momento más bello. No tengo palabras para describir ese momento. Jesús me levantó y me hizo ver la importancia de la oración de muchas personas, que habían orado por mí. Vi a un hombre pobrecito. Jesús me dijo: “Esa persona te ama tanto que ni siquiera te conoce”. Y me mostraba que vivía al pie de la Sierra Nevada de Santa Marta. Y había comprado una panela, que le dieron envuelta en una hoja del periódico “El Espectador” del día anterior. Allí estaba mi fotografía de quemada por el rayo. Cuando el hombrecito leyó la noticia, empezó a llorar con un amor tan grande, que decía: “Señor, ten compasión de mi hermanita, sálvala. Si salvas a mi hermanita, te prometo que voy al Santuario de Buga y te cumplo una promesa, pero sálvala”. Y me dijo el Señor con todo su amor: “Eso es amar al prójimo. Vas a volver, vas a tener tu segunda oportunidad, pero vas a repetir tu historia no mil veces, sino mil veces mil”. Y eso es lo que estoy haciendo por el mundo entero


El cielo y el infierno, experiencias reales” - Padre Ángel Peña O.A.R.

#PURGATORIO

EL ESCUDO CATÓLICO

15 Nov, 07:05


UNA EXPERIENCIA DEL INFIERNO - PARTE 1 DE 2

“Gloria Polo es una odontóloga colombiana que va por el mundo, compartiendo su testimonio. El 5 de mayo de 1995, estando en la Universidad Nacional de Bogotá, se acercó a protegerse de la intensa lluvia debajo de unos árboles con su sobrino. En ese momento, les cayó un rayo y quedaron los dos carbonizados y dados clínicamente por muertos, con paro cardíaco. Su sobrino murió definitivamente. Ella pudo volver para contarlo. Y dice:

Me encontré dentro de un túnel y me salieron al encuentro mis bisabuelos, mis padres y muchos otros familiares y personas con las cuales tuve algo que ver en mi vida. El Señor me concedió el regresar, al acordarme de mis hijos y de mi esposo. Y me encontré en una camilla de la enfermería de la Universidad Nacional. Después de estar tres días en coma me llevaron al Seguro Social y me operaron para raspar todos los tejidos de mi cuerpo, quemados por el rayo. Al estar anestesiada, vuelvo a salir de mi cuerpo. Veo desde arriba lo que estaban haciendo los médicos con mi cuerpo y paso por muchos túneles que van hacia abajo. Al principio, tenían luz, pero fui descendiendo y la luz se iba perdiendo. Comienzo a andar por unos túneles de tinieblas espantosas. Lo más oscuro de lo oscuro terrenal, es luz del mediodía allá. Había un olor nauseabundo. Y veo un vacío, donde había muchísima gente. Lo más horroroso era que allí no se sentía ni un poco de amor de Dios ni una gota de esperanza. Y vi muchos demonios y mucha gente con miradas de odio tan espantosas que daban terror. Pero el tormento más terrible era la ausencia de Dios. No se sentía a Dios.

Entonces, me agarran por los pies. Mi cuerpo entra en un hueco, pero mis pies están sostenidos desde arriba. Fue un momento terrorífico y empecé a gritar: “Almas del purgatorio, sáquenme de aquí”. De pronto, veo una lucecita en medio de aquella gran oscuridad. Veo unas escaleras encima del hueco y veo a mi papá, que había fallecido cinco años antes, y un poco más arriba veo a mi mamá con mucha más luz y en posición de estar orando. Cuando los vi, sentí una gran alegría y empecé a gritar: “Papito, mamita, por favor, sáquenme de aquí”. ¡Si hubieran visto el dolor tan grande que ellos sintieron! Mi papá empezó a llorar y mi mamá oraba y comprendí que no me podían sacar de allí.

Al punto, comenzó la revisión de toda mi vida. ¡Tenía tantos pecados! Había creído en la reencarnación y me di cuenta que era mentira, pues allí estaban mis bisabuelos y familiares, que no habían regresado a la tierra con una nueva vida. A los 13 años hice mi última confesión, después dejé de creer en Dios. Creía que el hombre era fruto de la evolución. No creía en el diablo ni en el infierno, pero ahora lo estaba experimentando.

Yo había sido una mujer de mundo, una intelectual, esclavizada del cuerpo. Cuatro horas diarias de aeróbicos, masajes, dietas. Una rutina esclavizante para tener un cuerpo bello. El amor a mi cuerpo era el centro de mi vida. Y Dios permitió que mi cuerpo quedara carbonizado con muchos tejidos quemados en las piernas, en los senos...Entonces, comprendí que cada vez que había estado con mis senos descubiertos y mi cuerpo con ropa corta, estaba incitando a los hombres a que me miraran y tuvieran malos pensamientos, y así los hacía pecar.

Yo aconsejaba a otras mujeres que, si sus esposos les eran infieles, que ellas hicieran lo mismo o que se divorciasen. Defendía el aborto, el divorcio y la eutanasia. Yo había abortado a mis 16 años. Convencía a las jóvenes para que estuvieran a la moda y exhibieran sus cuerpos, y les decía: “Sus mamás les hablan de virginidad y castidad, porque están pasadas de moda; ellas hablan de una Biblia de hace dos mil años y los curas no se han modernizado.


#PURGATORIO

EL ESCUDO CATÓLICO

14 Nov, 07:00


#IMÁGENES #CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

13 Nov, 07:05


PERFECCIÓN ESPIRITUAL

“(...) el educando debe captar con claridad meridiana una idea firmísima: las convicciones se defienden primero con la vida ejemplar en el trabajo, estudio, profesión, familia, calle, diversión, etc., viviendo a lo Cristo y no a lo pagano, haciéndolo todo por amor a Dios Padre, en Quien todos nos reconocemos hermanos.

Al joven, al hombre, le cuesta menos hablar que hacer. Se muestra ardoroso en hablar de sus ideas, sobre todo cuando poseyendo un gran corazón se enamora de la visión cristiana de la vida, del amor, de la mujer, de la familia. Hasta entonces es un militante magnífico. Pero cuando llega el momento de estudiar o trabajar sin tener ganas, de hacer oración cuando parece que le están pinchando para salir de la iglesia, de reprimir su genio o ejercitar la paciencia, entonces se olvida de la hermosura de las ideas que le cautivaron. De militante se convierte en un vulgar vegetante de la vida fácil. ¡Qué difícil persuadirle de que las ideas hay que defenderlas y propagarlas, sobre todo con la vida ejemplar!

Puede ayudar para ello el insinuarle, mediante hechos concretos, que los hombres están hartos de palabras oídas o escritas, y están ansiosos de vidas que encarnen las ideas, porque las palabras convencen pero los ejemplos arrastran (...)

Esas ideas se defienden y propagan además -después que con el ejemplo- con la palabra, es decir, con argumentos convincentes. El joven se convence que tiene que robar mucho tiempo a la diversión frívola, al ocio, incluso a la aparente actividad apostólica, para consagrar horas a formarse mediante el estudio y la lectura metódica.

Además de perfeccionar su formación técnica y profesional que le capacite para realizar con responsabilidad servicios en la empresa o en la sociedad, debe adquirir conocimientos de Historia y Filosofía, de Religión y de Arte. Debe sumergirse en el conocimiento profundo de la historia de España en su repercusión en el mundo, leer biografías de grandes hombres, etc. Y debe sobre todo, leer y estudiar a Cristo en el Evangelio, en la Historia de su Iglesia, en las vidas de los santos, en los documentos conciliares y pontificios de este siglo, al mismo tiempo que le contempla alegre en las bellezas de la naturaleza y habla con El íntimamente en la soledad del Sagrario.

Pero el ejemplo de vida y las palabras no bastan en algunos casos para defender las ideas. Entonces, cuando el adversario ataca violentamente, algunas veces tendrá que responder incluso con su misma vida.

Dentro del Evangelio están dos actitudes dibujadas: presentar la otra mejilla, y enarbolar el látigo, según convenga. El que se asusta de este modo expeditivo de apologética de las ideas; quien, para ocultar su cobardía, dice que es contraproducente, piense en el ejemplo de Cristo cantando con crudeza las verdades a aquellos fariseos, «raza de víboras, sepulcros blanqueados» (Mt 23, 33 y 27).

Cierto que éste no será el procedimiento habitual para propagar y defender las ideas. Pero habrá que emplearlo siempre que haga falta.

Alguien podrá pensar que este método es incompatible con el diálogo amistoso y fraternal que debe mantenerse con todos los que no piensan como nosotros. Distingamos: si el contrincante está dispuesto al diálogo leal y sincero, la defensa de las ideas con las palabras es el único procedimiento cristiano. Pero si el contrincante no sólo no está dispuesto al diálogo, sino que ataca, no nos vamos a cruzar de brazos y sonreír con placidez. Lo pide la virilidad más elemental, que no está reñida con el cristianismo auténtico.”

Forja de hombres” – Venerable Padre Tomas Morales S. J.

#PERFECCIÓNESPIRITUAL

EL ESCUDO CATÓLICO

12 Nov, 07:00


#IMÁGENES

EL ESCUDO CATÓLICO

11 Nov, 07:05


CASTIDAD Y MATRIMONIO

“la mayoría de los esposos se ven a sí mismos tan injustos como sus esposas se ven justas (…) llega un punto en el matrimonio en el cual la esposa (…) ve injusto a su esposo. Como ella es quien constantemente parece tener que estar encima de las cosas, tales como corregir a los hijos (y a él), se desliza sin advertirlo hacia una actitud de fariseísmo. Suele ser subconsciente, pero un sutil espíritu de crítica viene sobre la mujer (…)

Para ver un ejemplo bíblico, vayamos a la escena donde Jesús visita el hogar de Marta y María. Marta estaba excedida de trabajo y ansiosa por los preparativos que realizaba para la cena. Le dijo a Jesús: «Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude» (Lucas 10.40). Aquí Marta no está haciendo una pregunta; está declarando lo que ella cree que es un hecho. Está mirando a los ojos del Amor mismo y lo llama ignorante e indiferente, porque él parece no estar interesado en lo que ella cree que es importante.

En vez de corregir con severidad a Marta, Jesús la reprende tiernamente por estar preocupada y alterada, mientras se perdía lo que era verdaderamente importante: la comunión con él. Podría hablarse mucho más de este relato (…) pero la cuestión aquí es que Marta estaba equivocada. Estaba mirando al mundo a través de su marca especial de anteojos rosa, y estaba haciendo evaluaciones incorrectas. La pregunta es: ¿sería posible que a veces usted estuviera equivocada por alguna de esas mismas razones? ¿Y podría ser que su esposo estuviera tratando de ayudarla, y no solo fuera crítico e indiferente?

Lo esencial para valorar el deseo que un hombre tiene de analizar y aconsejar, es darse cuenta de que él sí tiene discernimiento; y tener cuidado con cualquier actitud farisaica que pudiera socavar ese discernimiento. La pretensión de superioridad moral puede engañarla más que cualquier otro pecado. Si usted se ve a sí misma como mucho mejor que su esposo, especialmente en el reino espiritual, él se retraerá de usted espiritualmente y es probable que de otras muchas maneras también. Con el paso de los años, su esposo dejará de darle consejo en casi todo nivel. ¿Qué puede decirle él a una persona que siempre tiene razón y siempre es justa? ¿Qué puede decirle él a una esposa que lo mira con desdén? Él se ve a sí mismo como que tiene todos los problemas, mientras que ella no tiene ninguno. Así que se torna callado, temiendo más censura. Al darse cuenta de su silencio, una esposa suele decir: «¿Por qué siempre estás callado?». Y él termina por pensar: si digo algo, estoy en problemas. Si no digo algo, estoy en problemas. Pero si no digo algo, estoy en menos problemas. Ese es un comentario triste, pero es lo que muchos hombres están pensando.

Cuenta una vieja historia que Gretel le dice exasperada a su esposo Hans: «Sabes que estamos peleando y discutiendo demasiado, Hans. Y he estado pensando, creo que necesitamos orar que nuestro amado Señor se lleve a uno de nosotros al cielo, al que está causando el problema. Así que tú ora por que se lleve a uno de nosotros, y yo oraré que lleve a uno de nosotros, y después podré mudarme con mi hermana».

Es una historia graciosa, especialmente si usted es mujer. Cuídese de creer que él es el centro de todos los problemas. Admita que usted también tiene pecados, problemas y debilidades (en áreas en que él tiene puntos fuertes), y que no tiene el criterio perfecto en cada caso. Se asombrará al ver cómo alienta esto el alma de su esposo. Siempre que se acerque a él, dándole lo que Dios ha dispuesto que necesite —respeto—, él sentirá cariño en su corazón hacia usted. Como reflexionaba una esposa:

He dejado de dar mi opinión a menos que él me la pida, y su confianza ha florecido. ¡Qué carga se me ha ido! ¡No tengo que «pensar» por ambos! Las cosas que solía considerar irritables (porque él no pensaba como yo) ahora son un gozo y una delicia, porque Dios ha abierto mis ojos a su genialidad creativa al hacer a mi esposo como es. Formidable.

Amor y respeto” - Emerson Eggerichs

#CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

10 Nov, 07:00


Abracen, besen y escuchen a sus hijos o crearán monstruos.

#VÍDEOS #CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

09 Nov, 07:00


#IMÁGENES #CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

08 Nov, 07:05


ARTÍCULOS RELIGIOSOS

“(…) Yo nunca me he reído de ese pobre hombre de pueblo, ingenuo y crédulo, que llega a Madrid y se deja timar (…) Nuestro hombre se encuentra en la calle con un desconocido [que] tiene entre manos (…) un negocio redondo (…) para realizarlo le hacen falta urgentemente unas pesetas, pocas, total unas 500; si alguien se las prestara, ese mismo día los 2 se harían ricos. Nuestro hombre piensa: «¿Y si se las prestara yo mismo? Vengo del pueblo, soy pobre, esta misma tarde podré ser rico...» Le alarga las 500 pesetas que su imaginación ve ya convertidas en un gran fajo de billetes. El desconocido las coge, le vuelve a prometer su negocio fabuloso y se aleja (…) y no vuelve.

—¡Se puede saber a cuento de qué viene esta historia?
—Recordarás (…) que el sábado anterior te dije que la fe cristiana que has perdido casi del todo no la has perdido tú, sino más bien te la han hecho perder, y te prometí explicarte de qué manera te la han hecho perder.
—Lo recuerdo; pero todavía no comprendo por qué ha empezado usted contándome esa historia del timo.
—Verás. A ti te ha ocurrido lo que a ese hombre del pueblo, ingenuo y crédulo. No me reproches, que te lo diga tan a las claras. Ya dije que yo nunca me he reído de esos pobres hombres, víctimas de la astucia de un pillo.
—Total, que usted cree que a mí me han timado como a un vulgar isidro.
—Ni más ni menos. Tú eras un hombre bueno, ingenuo, algo crédulo. Eras un niño. No eras rico, pero te sentías feliz; tenías la fe cristiana; creías en la Iglesia Católica, cumplías sus mandamientos, acudías al templo (…) rezabas a los santos... Poseías una conciencia tranquila y limpia (…) En tu casa había paz y sosiego (…) no eras rico, pero te sentías feliz, porque eras dueño de un tesoro espiritual: la fe cristiana. ¿No es así?
—Así era, en efecto.
—Pero un día, un día aciago de tu vida, te encontraste con un desconocido que te dijo: «¡Qué lástima! ¡Con lo que tú podrías ser! No sé cómo te puedes contentar con esa vida que llevas (…) serás toda tu vida un pobre, no llegarás nunca a disfrutar de los grandes placeres del mundo, vivirás siempre en una miserable vivienda sin saber lo que es un palacio, pisarás un duro suelo de ladrillos en vez de muelles alfombras; no saldrás de tu rincón a recorrer mundo... Eres un desgraciado. Tú no te das cuenta apenas, pero eres un pobre diablo, un explotado, el hazmerreír de los afortunados. ¿Y no piensas probar fortuna? ¿Vas a ser siempre un desgraciado? No; tú puedes llegar a mucho, puedes llegar a ser un hombre feliz.» Hasta aquí no hizo más que pintarte un presente desdichado y un porvenir brillante. Fue la tentación, una tentación seductora. Luego continuó: «Yo te puedo ayudar a labrarte ese porvenir feliz. Podrás labrártelo con toda posibilidad y muy pronto. Pero como el que algo quiere algo le cuesta, tendrás que desprenderte de ese pequeño caudal que ahora tienes. Ganarás con el cambio y harás un negocio fabuloso. Apártate de la Iglesia, deja de ir al templo, acaba de rezar a los santos; eso se queda para los que ya son felices (…) Las creencias cristianas, que ahora crees que te hacen feliz, lo que hacen es estorbarte, entorpecer tu libertad y echarte cadenas en pies y manos.» Todo esto te susurró al oído aquel desconocido y tú te pusiste a pensar: «Pues es verdad. Puedo ser feliz. ¿Por qué no he de tentar fortuna? Me quedaré sin mis prácticas religiosas; pero, en cambio, tendré libertad y un día podré ser algo.» Después, el desconocido se fue y tú te quedaste sin el tesoro de tu fe. Y ahora, ¿qué? ¿Te sientes de verdad feliz?
—Feliz, lo que se dice feliz, no; pero...
—Pero ¿qué? No hay pero que valga. Te han timado, han explotado tu ingenuidad y tu credulidad; te prometieron un paraíso que no acaba de llegar y te despojaron de tu fe cristiana. Te han timado. Pero, te vuelvo a repetir, yo nunca me he reído de las víctimas de un timo. Por eso no me río tampoco de ti, sino que lamento tu desgracia.”

Conversaciones con un escéptico” - Padre Venancio Marcos O. M. I.

#ARTÍCULOSRELIGIOSOS

EL ESCUDO CATÓLICO

07 Nov, 07:00


#IMÁGENES #CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

06 Nov, 07:05


PERFECCIÓN ESPIRITUAL

“Hay hombres que imaginan que la oración consiste en pronunciar ciertas palabras en las que exponemos a Dios nuestras necesidades y le pedimos sus mercedes. Parece, al oírlos, que el hombre necesita acudir en ayuda de la inteligencia de Dios, y que Éste no comprenderá lo que queremos decir si no nos tomamos el trabajo de explicárselo menudamente. A la verdad no saben cómo conciliar la idea que se han formado de la oración con la recomendación que muchas veces nos ha hecho el mismo Jesucristo de orar sin cesar (…)

La recomendación de orar continuamente (…) nada tiene de imposible ni aun de difícil; todo se reduce a entenderse bien acerca de su naturaleza. La oración es juntamente una elevación y una dirección del espíritu y del corazón hacia Dios; se compone de dos movimientos, de los cuales el uno saca al alma de las regiones inferiores, y el otro la exalta hacia su verdadero objeto, que es Dios. Por consiguiente, siempre que nuestro pensamiento, nuestra voluntad o nuestra acción sube hacia Dios o reposa en él, hacemos oración. La hacemos cuando pensamos en los medios de glorificar a Dios por nuestra vida, o cuando meditamos piadosamente sobre las grandes verdades del cristianismo; la hacemos cuando nuestra voluntad se arma de valerosas resoluciones para hacer el bien o evitar el mal; la hacemos cuando obramos en Dios y por él, y cuando nuestra acción, en virtud de la intención que la produce o la dirige, va como por sí misma a hallar el objeto que nos hemos propuesto antes de empezarla. De estas tres formas, o más bien, de estos tres grados de la oración, el último es el más perfecto, pues que es el complemento y el fin de los otros dos, que serían infructuosos para nosotros si no nos impulsasen a la acción.

No hay un solo instante de nuestra vida en que no estemos ocupados en pensar, en querer o en obrar (…) ya pensemos, ya queramos o ya obremos, debemos ténder hacia Dios, como hacia el objeto supremo de nuestra vida (…)

Si alguno infiriese de mis palabras que repruebo o siquiera que conceptúo inútil la oración oral, se engañaría [Al] reloj que nos distribuye el tiempo señalando las horas le damos cuerda por la mañana, y una vez puesto en movimiento el muelle que le hace andar, seguirá andando hasta que haya consumido la suma de movimientos para la que se ha calculado el muelle. Lo mismo sucede con la oración; [es necesario darle cuerda] porque el corazón que lleva o arrastra consigo se entibia pronto o se para fácilmente (…) es como un reloj al que damos cuerda de vez en cuando hasta que se acaba la virtud de su muelle [y para darle cuerda usamos la oración [oral] que debe ser tanto más frecuente cuanto (…) ese muelle de la voluntad humana (…) se cansa más pronto.

Muchas causas pueden contribuir a cansarla: cuanto más dura y rápida es la cuesta que tenemos que subir, más nuestra voluntad está expuesta a esos desfallecimientos de que no puede verse libre sino en tanto que la oración [oral] viene a darle una nueva vida; de modo que, para prescribir a cada uno el tiempo que debe consagrar a esta especie de oración, es menester tomar en cuenta la pereza de su voluntad, la naturaleza de su carácter, sus hábitos, su posición, el número y la importancia de sus deberes, y en fin, la cantidad y la fuerza de los obstáculos que debe encontrar.”

[“El Escudo Católico” ha reelaborado un tanto el sentido de los 2 últimos párrafos respecto al texto original por cuestiones de espacio y para cerrar y facilitar la comprensión del tema de la oración]

Las horas serias de un joven” – Monseñor Carlos Sainte Foix

#PERFECCIÓNESPIRITUAL

EL ESCUDO CATÓLICO

05 Nov, 07:00


#IMÁGENES

EL ESCUDO CATÓLICO

04 Nov, 07:05


CASTIDAD Y MATRIMONIO

"(…) escribió Luis Vives 3 libros sobre la Educación de la mujer cristiana (…) los cuales dedicó a la reina doña Catalina, para la educación de su pupila, la princesa María.

En ninguna cosa insiste Vives tanto como en fijar el fin de la educación de la mujer, la cual, aun tratándose de una princesa destinada a ocupar el trono de una poderosa nación, nada ha de procurar con más ahínco que la honestidad.

«En la educación de la mujer -dice en el capítulo IV- la honestidad reclama la principal solicitud, por no decir la única.»

«El varón (…) necesita muchas cualidades: prudencia, elocuencia, sagacidad política, ingenio, [etc] y cuando le falta alguna de estas excelencias, se le tiene por menos digno de reprensión con tal que posea otras. Mas en la mujer nadie echa menos la elocuencia, o el Ingenio, o la sagacidad [etc] ni hay quien exija de ella otra cosa sino la honestidad; la cual, si le falta a la mujer, es como si al varón le faltan todas las cualidades; como quiera que, para la mujer, la honestidad está en lugar de todas las otras... (…) asegurada la honestidad, todas las otras cosas están en salvo (…) cuando se pierde, arrastra consigo a la ruina todo lo demás.»

(…) en el capítulo X inculca: «(…) la castidad es la principal de las virtudes femeniles, y por sí sola equivalente a todas las demás (…) si ésta se posee, ninguno echa menos las otras; pero si falta, nadie hace caso de las restantes (…) la honesta y pudorosa, es la hermosa, la agraciada, la dotada, la noble, la fecunda, y poseedora de todos los bienes más excelentes (…) la impúdica es como un mar y universidad de todos los males

(…) muchos (…) estimaran esta exposición (…) de medieval, monástica y (…) anticuada. Pero (…) no la hemos ido a buscar en un San Bernardo o en otros escritores eclesiásticos (…) sino en un autor mundano, erudito de una época de brillante cultura (…) Si (…) propone como blanco (…) único, de esa educación la honestidad, no lo hace inducido por prejuicios monásticos o medioevales (…) sino guiado por la luz de la razón (…) en la entraña misma de las relaciones naturales y sociales.

(…) Aun a riesgo de molestar a algunos de nuestros lectores, queremos dejar (...) la palabra [a Rousseau] padre de casi todos los errores políticos modernos, a quien sus innumerables prejuicios no pudieron vendar tanto los ojos (…):

«La deshonestidad de la mujer -dice- disuelve la familia y rompe todos los lazos de la naturaleza, y dando al marido hijos de dudoso origen, hace traición a los unos y a los otros, y añade la perfidia a la infidelidad. Trabajo cuesta hallar otro desorden, otro crimen, que pueda compararse con este (…) No basta, por tanto, que la esposa sea fiel; sino es menester que sea juzgada tal por su marido, por sus parientes, por todo el mundo; que sea modesta, cauta, recatada, y que lleve las credenciales de su virtud a los ojos de todos (…)»

Quien atentamente pondere estas frases de Rousseau, no podrá continuar teniendo por extremadas las aseveraciones de Vives (…) la honestidad (…) se ha de proponer como supremo blanco de la femenina educación.

(…) a la mujer no le basta obrar con rectitud, y ser interiormente inculpable sino necesita, por razón de su elevada vocación social, ser además exteriormente irreprensible. Por eso no empleamos el vocablo general de moralidad, al tratar de la mujer, sino el especial de honestidad; el cual no solo comprende la pureza de cuerpo y alma, sino además la modestia, el recato, el pudor, el rubor, y cierta manera de timidez de quien está persuadido que, como dice el Apóstol, lleva un precioso tesoro en vaso de barro; y ese tesoro es de tal condición, que no peligra solo si el vaso se quiebra, sino pierde su fragancia si se airea, y su matiz purísimo si le da mucho la luz."

"La educación femenina" - Padre Ramón Ruíz Amado

#CASTIDADYMATRIMONIO

EL ESCUDO CATÓLICO

03 Nov, 07:00


#VÍDEOS #CIENCIAYFE

EL ESCUDO CATÓLICO

02 Nov, 07:00


PURGATORIO

"El acto llamado heroico es ceder a las almas purgantes todas las riquezas expiatorias de nuestras buenas obras y de todas las riquezas de la Iglesia que podríamos reservar para nuestra ventaja. Es un acto de caridad agradable a Dios, muy provechoso para nosotros, obteniendo la misericordia y la generosidad divina hacia nosotros, y comprometiendo a las almas del purgatorio a rezar por nosotros y a socorrernos. Para demostrar el agradecimiento de Dios por este acto de caridad, citaré un hecho que me ocurrió en mi juventud. Hacia el año 1890, vino un jesuita que fue maestro de matemáticas de mi padre, y nos habló de muchas cosas espirituales y en particular de este acto heroico, exhortándonos a hacerlo. Debía de ser Noviembre de 1890, el jesuita era el padre Salvatore de Filippis. Yo tenía entonces ocho años y aunque pequeño y débil fui impactado por el discurso sobre el acto heroico, y decidí hacerlo e induje a lo mismo a mi hermano mayor, Elio, que tenía diez años. Pero ¿Cómo hacerlo?; había comprendido la belleza del acto, pero no había comprendido cómo realizarlo. Entonces, en mi ingenuidad dije a Jesús: “Cuanto desearía un librito que me lo explique, uno para mí y otro para mi hermano”. Me quedé dormido con esta petición. En la mañana siguiente acompañaba a mi madre a la iglesia llamada del Purgatorio, para la Misa y la Comunión que ella hacía diariamente. Yo todavía no había hecho mi Primera Comunión. Vivíamos en Vico Milo Nº 26, cercano a la Plaza Cuerpo de Nápoles. Eran cerca de las cuatro treinta de la mañana y llovía… Las calles no tenían veredas y el agua pasaba como un torrente por el medio. Nos acercamos al muro de la derecha para no ser arrojados. En la mitad de la calle vi una cosa blanca llevada por el agua, y por curiosidad avancé en el agua para tomarla. Eran dos libritos y para mi sorpresa tenían este título: “Explicación del voto heroico para las almas purgantes”. Exactamente uno para mí y otro para mi hermano. Cierto que con aquella lluvia y aquella hora fue extraño que encontrara arrastrado por el agua dos libritos, y justo dos. El Señor quiso escuchar mi plegaria y hasta ahora hago actos heroicos por las almas purgantes"

"El Purgatorio" - Padre Dolindo Ruotolo

Para todos los interesados aquí disponen de más información de lo que significa y de cómo hacer el "Acto heroico de caridad"

#PURGATORIO