A partir de las 17 horas se detecta un aumento brusco del caudal del Barranco del Poyo. A las 17:30 horas alcanza el mismo nivel de aforo que motívó la alerta emitida por el Centre de Coordinació d'Emergències de la Generalitat Valenciana del mediodía. Sin embargo, esta vez las autoridades autonómicas no emitieron una nueva alerta.
A las 18:55 el caudal alcanzó 2.282 m3/s, en ese momento la fuerza del agua, que venía reflejándose desde dos horas antes, acaba por arrastrar los sistemas de medición.
Las autoridades competentes contaron con la predicción meteorológica proporcionada por la AEMET y los datos de las consecuencias de esa predicción, es decir, el aumento del caudal en el Barranco del Poyo, especialmente peligrosas desde las 17 horas.”
Así es como nos tratan las instituciones, como si nuestras vidas y nuestro dolor fueran apenas un número en una gráfica. La Confederación Hidrográfica del Júcar parece haberse lavado las manos con increíble ligereza. A las 18:55, cuando el caudal alcanzó los 2832 m³/s, la fuerza del agua arrancó el sensor de medición, dejándonos sin datos en el momento más crítico. Pero, al parecer, esto no fue motivo de alarma para ellos. En su comparación histórica, mencionan con aparente tranquilidad que la riada de San Carlos de 1864 alcanzó 13,000 m³/s y la pantanada de 1982 tuvo un caudal de 8,500 m³/s. Por supuesto, nada de esto debía parecernos relevante o urgente.
Y luego, cuando el gobierno dio su aviso a las 20:11, horas después de que la situación ya fuera crítica, todos debíamos sentirnos agradecidos. Pero aún hay más. En su comunicado oficial en Twitter, adjuntaron una gráfica donde el eje de ordenadas estaba escalado en 200 m³/s, un error de proporciones grotescas. ¿Cómo reaccionaron al descubrir el fallo? Lo lamentaron y lo corrigieron, como si un cero de más o de menos, o un cambio en el orden de magnitud, fuera algo sin importancia.
Yo, un simple FP2, detecté el peligro mucho antes, cuando a las cinco de la tarde el cielo se llenó de nubes y el torrente de lluvia empezó a caer sin piedad en las montañas que alimentan al barranco del Poyo. Llamé a mi familia, porque así es como las familias se cuidan. ¿No es eso lo que se supone que deben hacer también el Estado y las instituciones?
Esto no ha sido un accidente de la madre naturaleza, ni ha sido provocado por los pedos de las vacas o los escapes de nuestros vehículos…esto tiene toda la pinta de ser premeditado para causar el máximo daño.
El barranco de El Poyo está catalogado oficialmente como Área de Alto Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI), y no sin motivo: ha provocado inundaciones 99 veces en el pasado, la última en 2015. ¿Acaso no hay nadie al mando cuando sabemos que este cauce tiene un historial tan devastador? En una tormenta de proporciones anunciadas desde hacía días, con el cambio climático como telón de fondo, ¿no había nadie vigilando que el caudal del barranco no se desbordara por centésima vez?
¿Será posible que los funcionarios consideren que su deber termina con el envío de un simple correo electrónico ante una inminente catástrofe? Ese barro llegó a un kilómetro de mi hogar; la zona cero se encuentra a solo cuatro. El barranco de El Poyo amenaza un territorio que cubre municipios enteros: Alaquàs, Albal, Aldaia, Alfafar, Benaguasil, Benetússer, Bugarra, Catarroja, Cheste, Chiva, Gestalgar, Llocnou de la Corona, Manises, Massanassa, Mislata, Paiporta, Paterna, Pedralba, Picanya, Quart de Poblet, Riba-Roja de Túria, Sedaví, Silla, Solla. Seguro que les sonaran algunos de ellos por salir por TV. Por ver a algunas estrellas televisivas que se han puesto traje negro de fiesta con brillos para meterles a vds en la dinámica del terror y la pena. Mis lágrimas ya se han agotado, y ahora solo quiero exigir respuestas, responsabilidades.