Franz Kafka (1883-1924) fue un escritor checo conocido por la oscuridad de sus obras. A diferencia de otros escritores, Kafka se dedicó a escribir sobre maltratos físicos y psicológicos de personajes ficticios que en realidad se basaban en su propia vida. Su trabajo no fue reconocido en vida, pero hoy es considerado una de las figuras más importantes de la literatura universal.
Una infancia llena de depresión, miedo y ansiedad:
Franz Kafka era el mayor de seis hermanos. Su padre, un hombre fuerte, autoritario y muy violento, era la figura central de la familia, su madre, por otra parte, era débil, sumisa e incapaz de defender a sus hijos del carácter de su padre.
Dos de sus hermanos murieron muy jóvenes (de 6 y 8 meses), esto traumatizó a Franz puesto que en numerosas ocasiones había deseado que desaparecieran, por meros celos infantiles. Sintiéndose levemente culpable por la muerte de sus hermanos y sometido totalmente por la figura de su padre, desde muy niño conoció la tristeza y la frustración.
No era un niño sociable, se dedicaba a estudiar y a leer todo el día escondido en su habitación. Desde pequeño había decidido que sería escritor, disfrutaba plenamente leer y resultaba un escape de la realidad perfecto, pero esto estaba totalmente en contra de los preceptos de su padre.
Obligado por su padre, estudió leyes y trabajó como abogado la mayor parte de su vida, pero no abandonó la escritura, siempre fue su aliada y acudía a ella en búsqueda de placer y esparcimiento.
"Querido padre", una carta de 47 páginas que cambió su vida
La carta decidió escribirla en noviembre de 1919, cuando tenía 36 años.
Cansado, frustrado y lleno de sufrimiento, Kafka decidió armarse de valor y escribirle una carta a su padre, en la que le explicaría todos sus sentimientos y todo lo que lo había hecho sentir hasta el momento. La carta comienza así:
"Querido padre,
Me preguntaste una vez por qué afirmaba yo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe qué contestar, en parte, justamente por el miedo que te tengo, y en parte porque en los fundamentos de ese miedo entran demasiados detalles como para que pueda mantenerlos reunidos en el curso de una conversación. Y, aunque intente ahora contestarte por escrito, mi respuesta será, no obstante, muy incomprensible, porque también al escribir el miedo y sus consecuencias me inhiben ante ti, y porque la magnitud del tema excede mi memoria y mi entendimiento."
En el escrito, narra numerosas experiencias terribles que tuvo junto a su padre. Quería hacerlo entender por qué se sentía así, por qué le guardaba rencor y por qué le tenía miedo. Le explicaba lo frustrado que se sentía al nunca haber recibido amor. Lamentablemente la carta nunca llegó a manos de su padre.
Después de escribirla, Kakfa se la entregó a su madre para que ella fuera la que se la entregara en su nombre, pero esta se acobardó y le dijo que la vida continuaría mejor si él nunca se la entregaba. Franz, no pudo hacerlo por miedo y nunca se la dio.
Una simple petición le generó un terrible castigo
Kafka se esfuerza por explicar lo que sentía en cada uno de los momentos. Cuenta desde verse esquelético y débil al lado del fornido y fuerte cuerpo de su padre en la playa, hasta un episodio muy particular que -según el escritor- lo traumatizó de por vida:
Una noche, Franz quien ya estaba acostado en su cuarto, se levantó de madrugada con ganas de tomar agua, cuando salió de la cama, su padre lo descubrió y enfurecido lo cargó. Corriendo por el pasillo con el niño en brazos, abrió uno de los balcones de la casa y lo dejó en la intemperie, toda la noche. El frío casi intolerable quemó a Franz quien solo tenía una pijama suave para protegerse.
Después de ese episodio, el escritor asegura que se volvió mucho más obediente -pese a que nunca se caracterizó por ser un niño rebelde- lo cuenta así: