▪️En 1838, en la región de Valaquia, nació una mujer que marcaría la historia como la más temida y conocida en los Balcanes por su habilidad para fabricar venenos mortales: Anna di Pishtonya.
▪️Desde muy joven, Anna mostró una inteligencia peculiar para las ciencias, en particular para la botánica y la química.
▪️A los 20 años, sufrió una amarga desilusión cuando un oficial austrohúngaro, tras seducirla, la abandonó y le transmitió sífilis.
▪️Este acto deshonroso marcó su vida y le generó un odio profundo hacia los hombres, lo que la impulsó a estudiar hierbas y pociones que la llevaron a convertirse en una experta curandera.
▪️Tras la muerte de su esposo en 1878, Anna se aisló en su hogar y transformó su habitación en un laboratorio de potentes brebajes. En su nuevo papel como "curandera", comenzó a atender a las mujeres de su comunidad, ofreciendo soluciones para sus problemas de salud, desde menstruaciones dolorosas hasta abortos clandestinos.
▪️Con el tiempo, sus servicios se hicieron más oscuros: empezó a ayudar a las mujeres a deshacerse de maridos abusivos.
▪️Pronto, su reputación como "la venganza de las mujeres" se expandió por todo el pueblo.
▪️Las mujeres llegaban de lugares lejanos dispuestas a pagar por el brebaje que liberaría a sus esposos opresores. Anna, por su parte, no dudaba en hacer su receta a medida, preguntando siempre: “¿Cuánto pesa tu dolor en dinero y en kilogramos?”
▪️Aunque sus métodos eran extremadamente eficaces, la policía nunca pudo demostrar que las muertes en la región fueran producto de crímenes.
▪️Fue solo en 1928, a los 90 años, que las autoridades finalmente la atraparon tras el testimonio de dos mujeres que habían usado sus "remedios".
▪️En su laboratorio, los forenses encontraron una mezcla mortal de venenos, incluyendo microdosis de arsénico y extractos de plantas tóxicas, que en combinación eran letales.
▪️En su juicio, Anna negó las acusaciones, pero fue condenada por dos muertes comprobadas y sentenciada a 15 años de prisión.
▪️Tras pasar ocho años en prisión, fue liberada por razones de salud y vivió sus últimos años en libertad, muriendo en 1938 a la edad de 100 años.
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