❤️EL ALMA
San José, espejo de paciencia, esta mañana me levanté ansioso de que llegara la hora de nuestro encuentro; hora en que aprendo mucho más de lo que es la vida, hora en que el sol me calienta más con sus rayos, hora en que mi cuerpo, alma y espíritu se abren al unísono prontos en recibir tus gracias; hora en que guardo mi reloj para olvidarme del tiempo, hora en que escucho tu voz como murmullo de Ángeles; hora en que el Espíritu Santo desciende sobre mí y me embellece con su luz, con sus reflejos plateados como señal, también, de su presencia.
San José, espejo de paciencia, ha llegado el momento de tocar afanosamente las puertas de tu carpintería, puertas que se abren al primer toque, puertas que son bellamente adornadas cuando te veo asomar, cuando te veo aparecer con tu delantal, aún puesto, sosteniendo dulcemente en tus brazos al Niño Jesús.
Niño que cuidas con esmero, porque aún, no ha dado sus primeros pasos; Niño que tan sólo balbucea la palabra Abba que significa Padre, Niño que se obnubila ante tu gran sabiduría, Niño que se enternece con tus mimos, con tus caricias, Niño que te abraza, se aferra a ti porque teme caerse, Niño que se entretiene con sus juegos infantiles mientras tú trabajas, mientras cumples con tu oficio de carpintero. Niño que aprende tu oficio viéndote, Niño que cuando crezca te dará descanso con su trabajo, Niño que labrará con sus venerables manos la madera ¡Dichosa madera que será tocada por las manos sagradas del Hijo de Dios! ¡Dichosa madera que será tallada por el labrador del Cielo en la tierra! ¡Oh, si supieras hablar estallarías en cantos de adoración y de alabanza! Porque has sido tocada, tallada por las manos del Maestro, Maestro que a la edad de treinta y tres años habría de cargar sobre sus delicados hombros el pesado madero de la cruz, Maestro que sería crucificado, convirtiendo la cruz en el madero victorioso, porque tres días después de su muerte resucitaría para nuca más dejarnos solos, huérfanos.
San José, espejo de paciencia, mi corazón se exalta de emoción al saber que otro lirio perfumado has sembrado dentro de mí: el lirio de la paciencia. Lirio que controlará mis ímpetus, mi euforia; lirio que dará frescura y lluvia temprana cuando me enervo por el desespero; lirio que soplará suavemente en mí y refrenará mi cólera, mi enojo; lirio que inundará de la paz de Dios todo mi ser; paz que me llevará a aceptar el sufrimiento, paz que me conducirá a soportar las imprudencias de mis hermanos, paz que exaltará mi corazón de gozo; gozo porque algo nuevo está ocurriendo en mí; gozo porque cada lirio que plantas en mi corazón es otra gracia, otra virtud que me adorna, me embellece; gozo porque sé que un prodigio del amor santo y divino ha engalanado mi espíritu, espíritu que toma más luz, espíritu que se hace más radiante, más luminoso, porque la llama que hay en mí arde con mayor fuerza, con más ímpetu.
San José, espejo de paciencia, tarde te amé hermosura; pero mi corazón es consolado porque a lo menos te conocí en vida; vida que es tallada y labrada por tus manos; vida que ha sido transformada porque desde que llegaste a mi lado, algo diferente se produjo en mí. San José, espejo de paciencia, sosiega y aquieta mi espíritu cuando se exalte, sosiega y aquieta mi corazón con el lirio perfumado que lo adorna, lo embellece.
Ayúdame amadísimo San José a que todos mis hermanos, que están a mi alrededor aspiren su profuso aroma, aroma que es prueba fidedigna de tu presencia en mi vida.