La reciente tentativa de asesinato del expresidente Donald Trump en Pensilvania expone una verdad difícil pero innegable: la inclusión de mujeres en el Servicio Secreto, especialmente para funciones de alto riesgo, es una falla estructural. Debemos reconocer que ciertas tareas exigen características predominantemente masculinas, como fuerza física y capacidad de mantener la calma y la eficiencia bajo presión extrema.
Hay una abundancia de datos científicos que respaldan esta perspectiva. Los hombres poseen, en promedio, mayor fuerza muscular que las mujeres. Según el American College of Sports Medicine, los hombres tienen aproximadamente un 50% más de fuerza en la parte superior del cuerpo y un 30% más en la parte inferior (ACSM, 2021). Además, investigaciones demuestran que los hombres tienden a pensar y actuar más rápidamente en situaciones de emergencia o riesgo (PLOS One, 2019). Estas diferencias son fundamentales en escenarios que exigen respuestas rápidas y vigor físico, como la protección de dignatarios.
La tentativa de asesinato de Trump evidenció estas fallas en la actuación de las agentes femeninas. A pesar de su valentía y determinación, no lograron actuar con la eficacia necesaria en un momento crítico. No se trata de desmerecer a las mujeres, sino de celebrar sus características únicas y valiosas, como la atención a los detalles, la organización, la multifuncionalidad y la diplomacia. Sin embargo, poner a las mujeres en roles extremadamente peligrosos o agotadores no es empoderador, sino un acto imprudente que las pone en desventaja natural, exponiéndolas a riesgos innecesarios y potencialmente frustrándolas.
La política de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) del Servicio Secreto, que busca aumentar la diversidad de género, raza y otras características, puede tener su validez en contextos empresariales o educativos. Sin embargo, en una institución cuya misión principal es proteger la vida del Presidente y otros altos dignatarios, la prioridad debe ser la competencia y la eficiencia. Poner la diversidad por encima de la eficacia es, simplemente, comprometer la misión fundamental del Servicio Secreto.
En mi libro "Cómo Fabricar a una Feminista", expongo de manera incisiva los impactos negativos del feminismo y los desafíos que este trae para las mujeres. Siempre que las mujeres intenten alcanzar éxito y felicidad por los mismos caminos que recorren los hombres inevitablemente terminarán infelices, ya que tal enfoque implica una negación de su propia naturaleza intrínseca. La tentativa de asesinato de Trump demuestra claramente que las mujeres no son naturalmente adecuadas para ciertas funciones de alta presión y riesgo.
Celebrar las diferencias entre hombres y mujeres no es solo un reconocimiento de sus capacidades distintas, sino una necesidad para la funcionalidad de la sociedad. Incentivar a las mujeres a asumir roles peligrosos no es empoderador; es un deservicio que pone en riesgo no solo sus vidas, sino que también compromete la misión de proteger a aquellos que son más vulnerables a las amenazas.
Mientras las mujeres busquen éxito por los mismos caminos que los hombres, continuarán infelices, ya que es imposible ser verdaderamente feliz rechazando su propia naturaleza. La sabiduría antigua y la ciencia moderna convergen en este punto: hombres y mujeres fueron creados con diferencias que deben ser celebradas, no negadas. Y esta celebración exige una asignación adecuada de roles que respete estas diferencias fundamentales.
Bibliografía
- American College of Sports Medicine (ACSM). (2021). Differences in Muscular Strength. Retrieved from [ACSM Official Website](https://www.acsm.org)
- Huff, Sara. (2023). Cómo Fabricar a una Feminista. Madrid: Editorial Harper Collins
- PLOS One. (2019). Gender Differences in Response to Stress. Retrieved from [PLOS One Official Website](https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0255634).