La actitud de Isaías fue muy diferente a la que vemos en algunos “siervos” de la actualidad, que quieren dictar las reglas de su “servicio” al Señor. Dicen cosas como: “Me someto a esa persona, pero no a aquella… No me envíe a ese lugar, ya que es lejano y es difícil trabajar allí…No me mande que haga esto o eso, ¡porque no me gusta ese tipo de tarea o función!”. Con tales afirmaciones, estos llamados “siervos” demuestran que ellos mismos están en el mando de sus vidas y que la voluntad de Dios les importa poco. Por eso, se sienten con derecho a determinar cómo “servirán” al Señor.
Dios tiene miríadas de ángeles a Su entera disposición (incluidos los serafines brillantes y temerosos alrededor de Su Trono). Si el Señor quisiera, tiene poder para realizar cualquier obra solo y a la perfección, pero Él prefiere escoger a seres humanos imperfectos para que puedan cooperar con Su Reino.