Tantas como él quiso.
Lo hicimos en las posiciones que más le gustaban, disfrutaba verlo estallar en placer.
Fuí suya y amé serlo.
Peque cuando me entregue a él, sin embargo, fue doble el pecado cuando me enamoré.
Porque él solo se compartía conmigo, porque yo no debía fijarme en él.
Pero me gustó su calor, me sentía en mi hogar si estaba en su infierno.
Gustosa bailaba a mitad de pista mientras las llamas brotaban. Solo porque me sentía invencible si era de su mano.
Fuí suya y él jamás fue mío.
Me tocaba con tanto placer en todos nuestros encuentros; yo lo confundí con amor.
¿En qué orgasmø perdí la cabeza?
¿Cuando disfrute tanto quemarme con él?
Hoy ya no más.
Ya no me ven parada en la puerta del infierno.
Ya no me redimo de ningún pecado. Quizá el más grande fue enamorarme de él.
Ya no bailo a mitad de pista.
Hoy ya me tocó sola.
Y solo hablo de lo que algún día fue, de ese buen amante que me hizo arder entre sus sábanas.
Pero ya no me comparto con él.
Y si me le preguntan...
Aún con eso, sigo siendo suya.
Porque lo de él era el buen sexø, lo mío era amor.
Y aunque él lo supo, no le importo.
Hoy ya de aquel hombre solo quedan espejismos.
Recuerdos de algún baile.
Él me hacía arder.
Yo a él, retorcerse de placer.
Mi señor Diablo.
Tan ajeno, tan lejano, tan nunca mío.
- Mariana Dottor.
📖 Travesías de junio 💋