"El estado del aura, su pureza, su transparencia, depende de cómo vive el hombre.
Si se deja llevar por la pereza interior, por el materialismo, su aura se vuelve parecida a una nube de la que escapan todo tipo de miasmas malsanas que los demás sienten: aunque no vean nada (porque sin ser clarividente es difícil ver el aura de los humanos) sienten una atmósfera pesada, oscura, como cercana a una ciénaga.
Mientras que un Iniciado, un Maestro que durante siglos y milenios ha trabajado sobre todas las virtudes: el amor, la sabiduría, la pureza, el desinterés... posee un aura inmensa en la que las criaturas se sumergen y donde se sienten nutridas, calmadas, reforzadas, arrastradas hacia una dirección divina."
Omraam Mikhaël Aïvanhov