En un rato termina el año, empieza 2020. Es un día especial porque sirve para dar un nuevo comienzo a todos los sueños, las esperanzas. Por eso, brindemos con alegría por el tiempo que está por venir.
En estos días recibí algunos mensajes de personas que se sienten desalentadas porque creen que el cambio que comenzamos a hacer en 2015 quedó inconcluso, pero tenemos que recordar que nada ni nadie puede detener el cambio que pusimos en movimiento. Porque el cambio no depende de un gobierno, de un partido político ni de una elección. El cambio que nosotros emprendimos juntos pertenece a la fuerza transformadora de la época. No importa quién gobierne, tarde o temprano deberá orientarse al cambio, alinearse en la misma dirección en la que íbamos o dejar lugar a otros que se dirijan hacia ahí. Porque quien quiera ir en la dirección contraria al futuro será superado por la energía del cambio.
Si tuviera que usar una imagen diría que el cambio es como un río. Avanza de forma imparable. Si el río encuentra obstáculos, los supera. Si esos obstáculos son grandes se desvía todas las veces que sea necesario pero siempre vuelve a su rumbo. El zigzag no cambia ni un milímetro el destino del río. Es más, a veces, cuando un obstáculo trata de encerrar al río, el río se acelera, adquiere más fuerza y se vuelve más poderoso.
Por eso, entremos en esta época nueva que comienza con la alegría y la convicción de saber que el cambio nos llevará al destino que anhelamos. El río avanza sin parar.
Bienvenido 2020!
Acá estamos, todos, juntos.