#Una_elección_ante_un_nuevo_escenario 020125
2/5 (Parte 1/5 en https://t.me/akashacomunidad/3717)
Ahora bien, el título del artículo que hoy comparto con ustedes se me hizo gracioso porque empieza igual que el artículo de correspondencia de Kristian Andersen y colaboradores, ese famosísimo artículo publicado en Nature Medicine en abril de 2020 (https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9), en el que unos autores dijeron, sin evidencia alguna, que "el origen de SARS-CoV-2 era natural y que no había nada más que discutir", sin importar que ellos mismos mostraron que el genoma de SARS-CoV-2 tenía una inserción de 12 nucleótidos que no estaba presente en ningún otro coronavirus y ningunearon su hallazgo diciendo “seguro está en algún coronavirus que aún no conocemos”. Andersen y colaboradores escribieron dicha correspondencia científica luego de haberlo acordado con el mismísimo Dr. Anthony Fauci, entonces Director del NIAID, quien les indicó que era necesario que no se pudiera dar a entender que el origen del virus pudo haber sido de un laboratorio (ahora sabemos que sí lo fue e incluso ha sido constatado en medios oficiales, como el Senado Estadounidense; ver https://t.me/akashacomunidad/3716, https://adelanteespana.com/7-conclusiones-del-informe-de-520-paginas-de-la-camara-de-representantes-sobre-la-pandemia-de-covid-y-la-respuesta-del-gobierno y https://www.elmundo.es/cataluna/2024/12/20/6765c25de4d4d8ba388b457e.html). Ese hecho es, desde mi perspectiva, uno de los peores eventos de falta de integridad científica de los últimos años. Si tienen curiosidad, escribí sobre esto hace tiempo: https://t.me/akashacomunidad/2492, https://t.me/akashacomunidad/2493, https://t.me/akashacomunidad/2494, https://t.me/akashacomunidad/2495, https://t.me/akashacomunidad/2815, https://t.me/akashacomunidad/2816, https://t.me/akashacomunidad/2817).
En su artículo, Nicholas Hulscher y colaboradores realizaron una investigación del origen más plausible del genotipo B3.13 del clado 2.3.4.4b de Influenza A(H5N1), que es considerado por las autoridades un virus de influenza aviar altamente patogénico (HPAI, por sus siglas en inglés). Quiero hacer aquí un paréntesis, si me lo permiten: hace relativamente poco tiempo, no hubiera cuestionado ese término de HPAI más allá de la semántica de que no puede haber algo “altamente patogénico”, sino “altamente virulento” porque la patogenicidad simplemente se refiere a si algo es capaz de ocasionar enfermedad o no, mientras que la virulencia es algo que va desde poquito hasta mucho. Entonces, desde la definición misma, el error sería equivalente a decir que hay una mujer altamente embarazada (“MAE”) o una persona de poca honestidad (“PPH”). Digo, estarán de acuerdo que el embarazo, y la honestidad, es binomial, no hay gradientes, ¿no? O se es/está o no se es/está.
Pero bueno, regresemos a mi paréntesis. Les decía que no hubiera cuestionado el HPAI más allá de la semántica, pero ahora que comprendo mucho más, la verdad es que no estoy de acuerdo con catalogar a un microorganismo (en este caso, un virus) como de alta o de baja virulencia (o patogenicidad, si quieren). ¿Por qué? Pues, porque la enfermedad no es el resultado de la infección en si misma, sino de la suma de todos los factores determinantes (la edad, el estado nutricio, el estado fisiológico, el funcionamiento del sistema inmune, las enfermedades concomitantes, etc.) de los individuos que se “enfrentan” a ese microorganismo. Es decir, para que se de la enfermedad, necesitamos comprender el terreno de la persona, que en la mayoría de los casos resulta ser más importante que la infección misma (recuerden como era el COVID; había muchos que eran diagnosticados como positivos – sí, es todo un tema lo de las pruebas diagnósticas y ya lo he explicado muchas veces – y que solo tenían signos y síntomas leves, como de un resfriado común o una diarreílla. (Continúa en https://t.me/akashacomunidad/3719)