Escribir no es fácil: quien te diga lo contrario, te miente.
La verdad sobre el oficio de escribir es muy dolorosa: muchos sueñan con escribir, pocos hacen el intento. Alguien dijo por ahí que hay más soñadores que gente que acciona. Es verdad.
La noche de ayer le dimos fin a la primera edición del año de nuestro taller: Escribir un libro. Siempre me aseguro de motivar a mis estudiantes con honestidad. No quiero vender la idea romántica de la escritura, quiero vender la que es: los libros no los escriben los mejores, los escriben los más persistentes. ¿Por qué no puedes ser tú el más persistente?
Escribir viene con grandes sacrificios. El sacrificio significa escribir y avanzar, detenerte porque hay que retroceder, tiempo, aprender, mejorar y revisitar, más tiempo, algunas veces la única opción es abandonar, pensar, pedir más tiempo, escribir y ya, ver cómo se mueven las agujas del reloj, llegar a la historia, faltan cinco pa’ las doce, hay un punto final, stop.
Lo obvio: es más fácil abandonar el barco que evitar que se hunda. Pero… y si te quedas, ¿qué? (🥰 @santicruz 🥰).
Yo sé que da miedo. Yo sé que no es fácil. Yo sé que amerita tiempo y sacrificios (las dos monedas de más valor en nuestras vidas). Lo sé- aquí estoy, en medio de un juego de béisbol para ver a mi papá jugar, escribiendo.
No es que no sepa parar. Es que la historia me pide que la escriba. Y entonces…
… Aunque el camino sea difícil
Y cueste caro…
Escribo.
Tengo casi cinco años intentándolo.
Aquí sigo.
Y con esto, me encantaría que recuerdes que tú también puedes quedarte, tú también puedes escribir, tú también puedes seguir.
Tú también *puedes decidir* ser el persistente.
¿Escribimos persistentes juntos en abril?
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