🇵🇸⭕️Testamento del mártir Yahya Sinwar para el pueblo palestino
Soy Yahya, hijo de un refugiado que transformó su exilio en una patria temporal, y que convirtió un sueño en una batalla eterna.
Mientras escribo estas palabras, recuerdo cada momento de mi vida: desde mi infancia en las callejuelas, pasando por los largos años de encarcelamiento, hasta cada gota de sangre derramada en el suelo de esta tierra. Nací en Khan Younis en 1962, en una época en la que Palestina no era más que un recuerdo destrozado y cartas olvidadas en las mesas de los políticos.
Soy un hombre cuya vida se tejió entre el fuego y las cenizas, y que comprendió desde muy joven que la vida bajo la ocupación no es más que un encierro permanente.
Muy pronto supe que cualquiera que nazca aquí debe llevar en su corazón un arma fuerte, una voluntad inquebrantable, el camino hacia la libertad es largo.
Aquí empieza mi compromiso con vosotros, a partir del niño que lanzó la primera piedra al ocupante, que aprendió que las piedras son las primeras palabras que dirigimos al mundo que calla ante nuestra herida.
En las calles de Gaza aprendí que una persona no se mide por la edad, sino por lo que da a su país. Y así fue mi vida: cárceles y batallas, dolor, pero también esperanza.
(...)En la cárcel aprendí que la paciencia no es sólo una virtud, sino un arma… un arma amarga, como quien se bebe el mar gota a gota.
No tengáis miedo de las cárceles. Para nosotros los palestinos, es nuestro destino, parte de nuestro camino hacia la libertad(...)
Mi último deseo para vosotros, queridos combatientes, es que permanezcáis apegados al fusil, a la dignidad sin concesiones, apegados al sueño de la libertad hasta que se haga realidad.
◼️El enemigo quiere que abandonemos la resistencia, que convirtamos nuestra causa en una negociación interminable.
Pero yo os digo: no negociéis nada que comprometa vuestro futuro.
◼️Los enemigos temen más tu firmeza que tus armas. La resistencia no es sólo el arma que llevamos, sino nuestro amor por Palestina en cada aliento que respiramos, es nuestra voluntad de sobrevivir y desafiar su violencia, su asedio y su crueldad.
Mi mandamiento es que permanezcáis fieles a la sangre de los mártires, a los que se han ido y nos han dejado este camino lleno de espinas, ellos son los que abrieron el camino de la libertad con su sangre, así que no malgastéis estos sacrificios en los cálculos de los políticos y los juegos de la diplomacia.
Estamos aquí para terminar lo que empezaron los primeros, y no nos desviaremos de este camino cueste lo que cueste. Gaza ha sido y seguirá siendo la capital de la determinación, el corazón de Palestina que nunca deja de luchar, incluso si la tierra se estrecha para nosotros, incluso si parece que esta tierra nuestra nos va a enterrar.
Cuando asumí el liderazgo de Hamás en Gaza en 2017, no se trataba solo de un traspaso de poder, sino de la continuación de la lucha armada, el único camino histórico hacia la liberación nacional frente a la ocupación.
Cada día sentía el dolor de mi pueblo asediado, y sabía que cada paso que dábamos hacia la libertad tenía un precio. Pero yo os digo: el precio de la rendición es mucho más alto. Por eso, aferráos a la tierra como se aferran las raíces de nuestros árboles, porque ningún viento puede desarraigar a un pueblo que ha decidido vivir(...)
El Diluvio de Al-Aqsa fue una batalla por las almas antes que por los cuerpos, y por la voluntad antes que por las armas.
Lo que os dejo no es un legado personal, sino colectivo, va dirigido a cada palestino que soñó con la libertad, a cada madre que ha llevado en brazos a su hijo muerto, a cada padre que lloró con todo su corazón por su hijo asesinado.
Mi último mandamiento es recordar siempre que la resistencia no es sólo una bala disparada, sino una vida vivida con honor y dignidad(...)
No esperéis que el mundo os haga justicia(...)
Esta es mi última palabra: no entreguéis las armas, no olvidéis a vuestros mártires y no cedáis con un sueño que es vuestro derecho.
(...)
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