Feliz día de la Santísima Virgen María de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, es un día para celebrar porque para Dios nada es imposible. Para Él fue posible elegir una mujer desde toda la eternidad para ser la Madre de Jesús y para ser la Madre del más Santo de los Santos. No podía hacerlo de otra manera que manteniéndola pura, sin pecado, naciendo sin el pecado original, naciendo sin esa tendencia con la cual nacemos todos los simples mortales de este mundo, y con la cual tendremos y tenemos que luchar toda la vida.
Feliz día, del día en que celebramos que, para Dios, todo es posible. Recuerdo en este momento que me he encontrado muchas veces con personas, incluso católicos, que les cuesta muchísimo la figura de María, no sé porque, será por sus historias, será porque también a veces en la propia iglesia, sin querer, la ponemos por encima de Jesús, no por maldad si no porque Ella es pura ternura. Y hay muchos católicos que sí, que le hablan más a María que al mismo Dios. Hay muchos católicos que les cuesta escuchar, que la Virgen es Virgen y que fue Pura, y todos los dogmas que nosotros celebramos como milagros de Dios en su vida. La palabra dogma asusta muchísimo en estos tiempos, parece que un dogma es simplemente una verdad que se tira por la cabeza y no se puede ni pensar. Pero porque es tan difícil creer que para Dios todo es posible, porque a veces nos cuesta tanto, a los católicos o algunos, no quiero generalizar
que para Dios todo es posible. A veces creemos en cada cosa, o confiamos en cada cosa y sin embargo nos cuesta creer, que María es la Purísima, la toda Santa, la preservada de todo pecado, del pecado original, que nos inclina a todos hacia el mal, y nos dificulta el bien y fue preservada de todo acto pecaminoso.
María nunca pecó ni pensó en pecar, porque para Dios todo es posible. Toda su vida fue un Sí total y completo a cada deseo de Dios Padre. El la eligió y la predestinó para ser la Madre de nuestro Salvador, y por eso debía ser totalmente Pura
Predestinar no quiere decir, que le quitó la libertad, si no que la predispuesto, que ella pudiera elegir y ella siempre eligió lo mejor, siempre eligió el bien, nunca pecó.
Este dogma que hoy celebramos, no es una verdad fría ni abstracta de nuestra fe, es una verdad que toca lo más profundo de nuestro ser y nos da esperanza y consuelo para seguir, así son los dogmas, verdades vivas que nos dan luz para el camino. En realidad, no celebramos un dogma, si no que celebramos la Obra de Dios en la Virgen Santísima, porque para Dios nada es imposible. Celebramos que para Dios no hay imposibles cuando El desea algo, para el bien de la humanidad, y que, si Él lo desea, puede hacer su obra más allá del pecado, que reina muchas veces en el mundo, o que parece que reina.
La Virgen fue pura para recibir al Hijo de Dios y para darnos al mismo Jesús, y esa fue su misión y sigue siéndola. En ese momento en el que el Ángel se le apareció a la Virgen, Dios ingresó al mundo, vino a poner su carpa entre nosotros, su morada. La Virgen anticipó con su vida lo que el Padre quiere, para cada uno de nosotros, la santificación, la progresiva purificación de nuestra vida, para poder un día llegar verlo cara a cara. También que nosotros seamos morada, del Espíritu Santo, morada de Jesús en nuestro corazón. En María sucedió milagrosamente al nacer y en nosotros se va dando paso a paso lentamente, a lo largo de nuestra vida, en la medida que como María escuchamos la voz
de Dios y le obedecemos
Sí, obedecer, aunque no esté muy de moda esta palabra. Obedecer para ir haciéndonos santos, obedecer escuchando a Dios en todo para hacer siempre su voluntad. Escuchar su Palabra debería ser nuestro mayor anhelo, cada mañana, cada día. Callar nuestras voces interiores, para escuchar al Padre en nosotros y en los demás. Dios no cesa jamás de hablarnos, Él nos habla siempre. María dijo, Hágase en mí según tu Palabra, no dijo haré tu voluntad, su respuesta es humilde.