1°𝗗𝗢𝗠𝗜𝗡𝗚𝗢 𝗗𝗘 𝗔𝗗𝗩𝗜𝗘𝗡𝗧𝗢
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
BIENVENIDA Y BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO:
Una vez más nos reunimos, atentos al anuncio de la llegada de Dios Nuestro Señor. Se acerca la gran fiesta de Navidad, la fiesta del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en Belén y en nuestros corazones. Preparémonos a recibir a nuestro Salvador reuniéndonos en torno a esta corona.
Bendice Señor esta corona, que sea para nosotros medio para preparar nuestra alma para recibirte. Que al ver su forma veamos que Tú, Dios Eterno, eres el principio y fin de todo cuanto existe y su verde follaje nos recuerde la esperanza de llegar a recibirte.
(Se enciende la primera vela, color morado)
Que al ir encendiendo cada una de sus velas se disipen las tinieblas del pecado y comience a clarear la luz de tu presencia en nuestras almas. Que por el espíritu de oración, penitencia y sacrificio, la caridad en nuestra vida nos prepare para recibirte y anuncie a los que nos rodean tu presencia entre nosotros...AMÉN
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 13, 33-37)
𝗠𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡:
¡Dios mío, Tú eres el gran dueño de mi casa, de mi hogar, de mi vida y de la de los míos! Me invitas a vigilar tu casa, pero no como el vigilante nocturno que hace sus rondas, sino como el centinela del alba y la luz que mira el amanecer para regocijarme en anunciarte.
Hoy, con el gesto de encender la primera vela en tu casa, que es mi casa, mi vida y mi corazón, me conviertes en vigilante, me invitas a trazar en la oscuridad de la espera un camino de luz que serpentea, como una esperanza en movimiento. Si supieras, Dios mío, cuánto te estoy esperando, con qué deseo y con qué felicidad espero tu llegada en Navidad. Mis ojos se desgastan mirando al cielo y a menudo se pierden en busca del horizonte. Abro mi corazón de par en par, Señor, con la alegría del que sabe que pronto llegarás de nuevo para impregnarlo todo de esperanza. Pero yo sé que Tú también, en las fronteras del otro, te paras y esperas, con paciencia. Concédeme la gracia de tener una auténtica vocación de discípulo: ¡quiero, mi niño adorado, ser vigilante del mundo y vigilante del alba! ¡Ayúdame, Divino Infante, a ser vigilante de las necesidades de mi prójimo! ¡Ven, niñito ven...ven no tardes tanto!
ORACIÓN FINAL:
Señor, gracias por reunirnos una vez más en torno a esta corona. Ayúdanos a vivir intensamente este Adviento y prepararnos para recibirte. Por Cristo Nuestro Señor...Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
(Se puede finalizar entonando un villancico)