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En cualquier caso, copio a
continuación el mail que envié:
Ha llegado el momento de poner fin al “informativo”.
Pongo “informativo” entre comillas porque te juro que todo empezó como una broma y jamás sospeché que se acabaría convirtiendo en lo que se ha convertido.
Hace 4 años, en plena pandemia, subí un vídeo diciendo que no hacía falta que perdieras tiempo leyendo las noticias porque yo llevaba 2 horas mirando todos los medios digitales y todo se reducía a “no salgas de casa”.
Ese vídeo tuvo más repercusión que cualquier otro vídeo que yo hubiese hecho hasta entonces.
Al día siguiente lo volví a hacer pensando: “No creo que funcione tanto como ayer” y, no solo funcionó exactamente igual, sino que muchos empezasteis a formar parte del juego haciendo vídeos resumiendo las noticias sobre temas que os interesaban a vosotros o aprovechando los comentarios para mencionar noticias que, obviamente, yo ni puta idea.
Me propuse hacerlo un par de semanas más para valorar si aquello era algo que pudiera tener cierto recorrido, lo llamé “Informativo matinal para ahorrar tiempo” y aquella broma no solo ha ganado varios premios durante estos 4 años, sino que cada día sigue siendo visto por casi un millón de personas entre Instagram, Facebook, Twitter, YouTube, LinkedIn, TikTok, Threads, Spotify, iVoox, Telegram y Alexa.
"¿Entonces por qué le pones fin, Ángel?”
Porque desde poco antes del verano está consiguiendo meterse en mi cabeza algo que, si has leído mis libros o visto “Punto para los locos”, sabes que me preocupa seriamente: Volver a estar construyendo cosas por inercia y sin pensar.
Dediqué todo el verano a leer acerca de cómo impacta en nuestro coco toda esta movida de las redes e internet.
Leí acerca del impacto que ha tenido (y tiene) todo esto en nuestra autoestima y en nuestra capacidad de atención, organización, concentración, etcétera, etcétera…
Y me crucé con cientos de vídeos y mensajes insistiendo en la importancia de pasar menos tiempo conectado y del peligro de permitir que esta movida de internet te absorba por completo.
La ironía es que vemos esos vídeos, los compartimos e incluso los creamos, pero después nos quedamos comprobando si han tenido o no repercusión, y preocupados por cómo mejorar en este medio, en lugar de cómo mejorar en nuestras vidas.
Yo mismo he sentido muchas veces la presión de seguir subiendo cosas, respondiendo, no desaparecer durante demasiado tiempo, añadir cositas nuevas…
He pasado la mitad del tiempo que llevo vivo en un mundo donde nada de todo esto existía y la otra mitad en un mundo donde todo esto está a tope.
Y aunque estoy convencido de que hay millones de fórmulas para reajustar las cosas, por mi parte, he decidido apostar por la única que conozco:
Dar un paso atrás para poder volver a ver con claridad.
Aunque tengo claro que internet y las redes son grandes herramientas si las utilizas bien, me aterra una sensación que me acompaña últimamente:
La de que han conseguido ser ellas las que nos utilizan a nosotros.
Abrimos los ojos, cogemos el móvil y abrimos corriendo alguna web o red social para saber sobre qué debemos pensar hoy en lugar de abrir los ojos y decidir nosotros sobre dónde queremos poner nuestra atención.
Estamos esperando el autobús y sacamos el móvil a ver cómo nos entretiene ese ratito un algoritmo.
A veces pienso que ya no sabemos bien si las cosas que nos gustan son las cosas que nos gustan o las que nos han dicho que nos tienen que gustar.
Pero lo que más me preocupa es que, obviamente, esta sensación de velocidad y competición por la atención de los demás cada vez tiene que ir a más.
Habrá que compartir cada vez más en menos tiempo y la competición por destacar no se centrará en la calidad sino en la cantidad.