La carrera presidencial de este año hizo de estos comicios generales los más caros de la historia de Estados Unidos: el Partido Demócrata y el Republicano gastaron un total de $ 3.500 millones, mientras sus equipos de campaña, donantes externos y comités recaudaron casi $ 4.200 millones.
La mitad de todo el gasto fue a parar a publicidad y medios de comunicación, sobre todo en los siete estados indecisos, donde gastaron casi $ 1.500 millones, y dos tercios de esta cuantía eran de Kamala, quien invirtió casi la mitad de dicho dinero en Pensilvania, donde perdió.
Kamala Harris fue, con diferencia, la que más dinero destinó a su campaña electoral. Recaudó $ 2.300 millones y gastó $ 1.900, mientras que Donald Trump obtuvo $ 1.800 millones e invirtió $ 1.600 millones.
Los mayores donantes de Kamala fueron, además, multinacionales que controlan la tecnología, la información y el sector audiovisual: el buscador Google (1.º), las tecnológicas Microsoft (2.º) y Apple (5.º), el servicio de nube Oracle (6.º), la red social Facebook (17.º), y las plataformas de ‘streaming’ Netflix (11.º), Amazon (16.º) y Disney (20.º).
De hecho, Kamala realizó el mayor gasto de la historia en publicidad digital, contribuyendo a que el monto mundial supere por primera vez el billón de dólares en un año, algo que beneficia, precisamente, a tres de sus principales donantes, Meta, Amazon y Google, que concentrarán el 43,6 % de todo lo gastado en anuncios.
La gigantesca campaña electoral de Kamala también recurrió al secretismo: un Comité de Acción Política suyo, Future Forward, se negó a declarar de dónde había sacado el 40 % de sus recaudaciones.
Sin embargo, ni todos los favores turbios que pidió Kamala le sirvieron para sentarse en la Casa Blanca como presidenta.
Fuente: Financial Times y The New York Times