DISCURSO DEL MINISTRO DEL CITMA, ARMANDO RODRÍGUEZ BASTISTA EN LA COP29
Gracias Sr. Presidente
Nuestro país- Cuba- ha sufrido con intensidad -en días recientes- los impactos de dos fenómenos climáticos extremos, los huracanes Oscar y Rafael, que ejercen una enorme presión en la vida diaria de los cubanos y cubanas, a pesar de los esfuerzos del gobierno revolucionario y de los reconocidos resultados del Sistema Nacional de la Defensa Civil.
No existe ninguna duda de que el cambio climático no es un riesgo a futuro, sino un peligro presente y real para billones de personas en el mundo y en especial para los estados insulares en desarrollo.
Cuba ha recibido diversas expresiones de solidaridad de países amigos. Aún así, las pérdidas y daños estarán en el orden de los millones de dólares a lo cual responderemos con ciencia e innovación, aún en un complejo escenario, caracterizado por el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que, por más de seis décadas, ha impuesto a Cuba el gobierno de los Estados Unidos y que constituye el principal obstáculo para nuestro desarrollo.
Cada año, nos damos cita para tratar la emergencia global más acuciante para la supervivencia de nuestra especie.
Y aunque año tras año realizamos una oda a la urgencia, seguimos acumulando, pérdidas, daños y riesgos crecientes, se baten récords históricos de temperaturas globales y aumenta el nivel medio del mar.
En esas condiciones, la contribución de la COP 29 resulta esencial, si comprendemos que fortalecer la ambición climática, pasa porque nuestros países puedan acceder a los medios de implementación necesarios, bajo las condiciones adecuadas.
En ausencia de un flujo facilitado y predecible de los recursos requeridos, todos los llamados a la mitigación y a la resiliencia en países en desarrollo, corren el riesgo de convertirse en simple retórica.
Aun en este escenario adverso, Cuba ha continuado trabajando en avanzar sus reportes a la Convención y el Acuerdo de París y en robustecer su contribución nacional.
Lamentablemente, la lentitud de la negociación internacional y las incertidumbres sobre las finanzas climáticas no generan la confianza necesaria para la implementación de las metas de adaptación y mitigación.
Se nos informa que el Fondo para Pérdidas y Daños no estará disponible hasta 2026, y las negociaciones de la nueva meta financiera han sido asaltadas por los intentos de pervertir las bases del Acuerdo de París.
En Bakú, tenemos una oportunidad histórica, la de habilitar la implementación de lo acordado y construido durante más de tres décadas de negociación.
La determinación de la nueva meta financiera será crucial, en tanto su diseño responda a las necesidades en evolución de los países en desarrollo, permita tratar de manera balanceada la mitigación, la adaptación y las pérdidas y daños, y siente las vías para una transición justa, en que la aplicación del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, nos permita contribuir a la salvaguarda de nuestro planeta, sin que nadie quede detrás.
Asimismo, esperamos que sea tratado el compromiso de los países desarrollados de duplicar para el 2025, las finanzas para la adaptación.
Sr Presidente,
Mientras escuchamos el manido argumento de que los responsables de proveer el financiamiento no disponen de suficientes recursos con relación a las necesidades identificadas, por lo que se tienen que buscar fuentes alternativas y hasta reinterpretar la letra del Acuerdo de París en lo concerniente a contribuyentes y beneficiarios; conocemos del aumento en un 9% del gasto mundial en defensa, en 2023, el cual alcanzó un récord de 2.2 trillones de dólares, con Estados Unidos a la vanguardia.
No podemos permanecer indolentes, mientras se privilegia la muerte por encima de la vida.