Hoy escribo sobre lo que ha puesto de manifiesto la existencia de una red social alternativa a Twitter como es Bluesky.
Lo que quizás estamos descubriendo ahora es hasta qué punto el algoritmo de Twitter obedece a un interés político específico. Un multimillonario que de facto se ha presentado a las elecciones presidenciales de Estados Unidos es el excéntrico propietario de un sistema digital que ayuda a conformar la opinión pública y el estatus anímico de decenas de millones de personas en todo el mundo.
Es como si, al subirte a ese autobús turístico, resultara que el conductor es un desquiciado con capacidad para decidir qué no puedes ver y qué sí vas a ver incluso aunque no quieras. No te dejará ver que la ciudad, en realidad, puede ser hermosa; no te enseñará los museos, ni las cooperativas ni los parques, ni nada que te haga pensar en un futuro agradable para la humanidad. Pero lo que sí te mostrará, si acaso poniéndote pinzas en los párpados para que no puedas esquivar la mirada, es la violencia, el miedo y el caos; imágenes, por otra parte, que quedarán grabadas en tu retina y en tu cerebro y que te asustarán y bloquearán. Verás solamente lo que él quiere que veas mientras llena su cartera con billetes manchados de odio. Pero peor será que lo que te enseña ni siquiera es verdad. En muchos casos son sólo trucos. Y con ellos te hará creer, por ejemplo, que aquel asesinato de una joven puede ocurrir en tu barrio, y que tu casa puede ser ocupada al menor despiste por inmigrantes, y que la gente cambia de género como el que cambia de colonia. Te quiere con miedo y paralizado, y ese es el servicio que te ofrece. ¿No sería acaso lo más recomendable, por nuestra salud y la de nuestros conciudadanos, bajarse inmediatamente de ese terrorífico vehículo?
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/bluesky-oportunidad-reconstruir-agora-digital_129_11836596.html