Lección de Escuela Sabática

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A diario podrás leer, escuchar y recordar las preciosas lecciones que Dios tiene para tu vida y ha dejado en su Palabra.

Lección de Escuela Sabática

22 Oct, 06:29


Audio de Laura Sanchez

Lección de Escuela Sabática

22 Oct, 06:29


🌟✍🏼 Notas de Elena,
para la lección de Escuela Sabática

Lección de Escuela Sabática

22 Oct, 06:26


Ellos eran conscientes de un solo propósito. La presencia de Cristo llenaba su pensamiento. Exclamaron: “Rabí… ¿dónde moras?” En una breve entrevista, a orillas del camino no podían recibir lo que anhelaban. Deseaban estar a solas con Jesús, sentarse a sus pies, y oír sus palabras. “Díceles: Venid y ved. Vinieron, y vieron donde moraba, y quedáronse con él aquel día” (Exaltad a Jesús, p. 162).

Si Juan y Andrés hubiesen estado dominados por el espíritu incrédulo de los sacerdotes y gobernantes, no se habrían presentado como discípulos a los pies de Jesús. Habrían venido a él como críticos, para juzgar sus palabras. Muchos cierran así la puerta a las oportunidades más preciosas. No sucedió así con estos primeros discípulos. Habían respondido al llamamiento del Espíritu Santo, manifestado en la predicación de Juan el Bautista. Ahora, reconocían la voz del Maestro celestial. Para ellos, las palabras de Jesús estaban llenas de refrigerio, verdad y belleza. Una iluminación divina se derramaba sobre las enseñanzas de las Escrituras del Antiguo Testamento. Los multilaterales temas de la verdad se destacaban con una nueva luz (El Deseado de todas las gentes, p. 112).

Lección de Escuela Sabática

22 Oct, 06:26


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📖 Lección 4: "Testigos de Cristo como Mesías"
Martes 22 de octubre

■ Los dos discípulos de Juan

Dos discípulos de Juan el Bautista estaban con él cuando Jesús pasó junto a ellos. Juan declaró: “¡Este es el Cordero de Dios!” (Juan 1:36). Los dos discípulos habían escuchado el mensaje de Juan acerca de Cristo, quien cumpliría las profecías del Antiguo Testamento acerca de la venida del Mesías. Los discípulos dejaron a Juan para seguir a Jesús, reconociendo que era superior a Juan el Bautista y el cumplimiento de su mensaje.

Lee Juan 1:35 al 39. ¿Qué hicieron estos dos discípulos después de escuchar el testimonio de Juan acerca de Jesús?


Deseaban estar con Jesús y pasaron el día con él. ¡Quién sabe qué cosas asombrosas habrán aprendido y experimentado entonces!

Fueron sin duda grandes cosas, pues poco después desearon compartir su experiencia con los demás. Andrés, uno de los dos discípulos, encontró inmediatamente a su hermano Simón y le dijo: “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:41). Cuando Andrés llevó a su hermano a Jesús, el Señor demostró que lo conocía: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú serás llamado Cefas” (Juan 1:42). Jesús conocía y comprendía a Pedro. El conocimiento profundo que Jesús tiene de las personas es un tema característico del Evangelio de Juan (ver, por ejemplo, Juan 2:24, 25).

“Si Juan y Andrés hubiesen estado dominados por el espíritu incrédulo de los sacerdotes y gobernantes, no se habrían presentado como discípulos a los pies de Jesús. Habrían venido a él como críticos, para juzgar sus palabras. [...]. No sucedió así con estos primeros discípulos. Habían respondido al llamamiento del Espíritu Santo, manifestado en la predicación de Juan el Bautista. Ahora, reconocían la voz del Maestro celestial. Para ellos, las palabras de Jesús estaban llenas de refrigerio, verdad y belleza. Una iluminación divina se derramaba sobre las enseñanzas de las Escrituras del Antiguo Testamento. Los multilaterales temas de la verdad se destacaban con una nueva luz” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 117).

El gran énfasis del Evangelio de Juan es destacar quién es Jesús, a fin de que esta buena noticia pueda ser compartida con el mundo.

¿Cómo ha sido transformada tu vida por Cristo y por tu fe en él? ¿Qué otros cambios quisieras experimentar?

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Comentarios Elena G.W

Pedro, Santiago y Juan buscaban todas las oportunidades de ponerse en contacto íntimo con el Maestro, y su deseo les fue otorgado. De los doce, la relación de ellos con el Maestro fue la más íntima. Juan solo podía hallar satisfacción en una intimidad aún más estrecha, y la obtuvo. En ocasión de la primera entrevista junto al Jordán, cuando Andrés, habiendo oído a Jesús, corrió a buscar a su hermano, Juan permaneció quieto, extasiado en la meditación de temas maravillosos. Siguió al Salvador siempre, como oidor absorto y ansioso…

Juan anhelaba amor, simpatía y compañía. Se acercaba a Jesús, se sentaba a su lado, se apoyaba en su pecho. Así como una flor bebe del sol y del rocío, él bebía la luz y la vida divinas. Contempló al Salvador con adoración y amor hasta que la semejanza a Cristo y la comunión con él llegaron a constituir su único deseo, y en su carácter se reflejó el carácter del Maestro (La educación, p. 87).

Dejando a Juan, [los dos discípulos] se fueron en pos de Jesús. Uno de ellos era Andrés, hermano de Simón; el otro Juan, el que iba a ser el evangelista. Estos fueron los primeros discípulos de Cristo. Movidos por un impulso irresistible, siguieron a Jesús, ansiosos de hablar con él, aunque asombrados y en silencio, abrumados por el significado del pensamiento: “¿Es este el Mesías?”

Jesús sabía que los discípulos le seguían. Eran las primicias de su ministerio, y había gozo en el corazón del Maestro divino al ver a estas almas responder a su gracia. Sin embargo, volviéndose, les preguntó: “¿Qué buscáis?” Quería dejarlos libres para volver atrás, o para expresar su deseo.

Lección de Escuela Sabática

21 Oct, 04:55


Audio de Laura Sanchez

Lección de Escuela Sabática

21 Oct, 04:54


🌟✍🏼 Notas de Elena,
para la lección de Escuela Sabática

Lección de Escuela Sabática

21 Oct, 04:54


Nadie de entre los oyentes, ni aun el que las pronunció, discernió el verdadero significado de estas palabras, “el Cordero de Dios”. Sobre el monte Moria, Abraham había oído la pregunta de su hijo: “Padre mío… ¿Dónde está el cordero para el holocausto?” El padre contestó “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío”. Génesis 22:7, 8. Y en el carnero divinamente provisto en lugar de Isaac, Abraham vio un símbolo de Aquel que había de morir por los pecados de los hombres. El Espíritu Santo, mediante Isaías, repitiendo la ilustración, profetizó del Salvador: “Como cordero fue llevado al matadero”, “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:7, 6) (El Deseado de todas las gentes, p. 87).

Lección de Escuela Sabática

21 Oct, 04:54


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📖 Lección 4: "Testigos de Cristo como Mesías"
Lunes 21 de octubre

El cordero de Dios

Los judíos buscaban un Mesías que los librara de Roma. El objetivo del Evangelio de Juan era cambiar su idea acerca del Mesías para que pudieran reconocer en Jesús el cumplimiento de las profecías relativas al Rey venidero. El Mesías no sería un gobernante terrenal. Vino para cumplir todas las promesas del Antiguo Testamento que se referían a él, entre las que se incluye su sacrificio voluntario en favor del mundo, y para restablecer la relación entre Dios y su pueblo.

Lee Juan 1:29 al 37. ¿Qué anuncio hace Juan el Bautista acerca de Jesús? ¿Qué imagen utiliza para describirlo y por qué es tan importante para comprender quién era Jesús y cuál sería su misión?


La declaración del Bautista acerca de Jesús como el Cordero de Dios apoya el propósito del Evangelio de Juan, que es proveer una comprensión renovada de la naturaleza y la obra del Mesías. Jesús era la realidad representada por el sistema sacrificial que se remonta a la promesa del Redentor expresada por primera vez en Génesis 3:15.

“Cuando, en ocasión del bautismo de Jesús, Juan le señaló como el Cordero de Dios, una nueva luz resplandeció sobre la obra del Mesías. La mente del profeta fue dirigida a las palabras de Isaías: ‘Como cordero fue llevado al matadero’”(Isa. 53:7)” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 115).

Lee Marcos 10:45; Romanos 5:6; y 1 Pedro 2:24. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender el papel de Jesús como “el Cordero de Dios”?


Aunque Juan el Bautista necesitaba sin duda conocer más acerca del ministerio de Jesús, estaba seguro de que el Señor era el Mesías prometido, aquel que había venido en cumplimiento de la profecía.

Considera el título “Cordero de Dios” dado a Jesús. ¿Qué imágenes trae a tu mente, y cómo te ayuda su vinculación con el sistema sacrificial del Antiguo Testamento a apreciar el elevado costo de nuestra salvación?


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Comentarios Elena G.W

Cuando, en ocasión del bautismo de Jesús, Juan le señaló como el Cordero de Dios, una nueva luz resplandeció sobre la obra del Mesías. La mente del profeta fue dirigida a las palabras de Isaías: “Como cordero fue llevado al matadero”. Isaías 53:7. Durante las semanas que siguieron, Juan estudió con nuevo interés las profecías y la enseñanza de las ceremonias de los sacrificios. No distinguía claramente las dos fases de la obra de Cristo —como sacrificio doliente y como rey vencedor—, pero veía que su venida tenía un significado más profundo que el que discernían los sacerdotes y el pueblo. Cuando vio a Jesús entre la muchedumbre, al volver él del desierto, esperó confiadamente que daría al pueblo alguna señal de su verdadero carácter… pero Jesús no pronunció una palabra ni dio señal alguna. No respondió al anunció que hiciera el Bautista acerca de él, sino que se mezcló con los discípulos de Juan sin dar evidencia externa de su obra especial, ni tomar medidas que lo pusiesen en evidencia (El Deseado de todas las gentes, p. 110).

Al día siguiente, Juan vio venir a Jesús. Con la luz de la gloria de Dios descansando sobre él, el profeta extendió las manos diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es del que dije: Tras mí viene un varón, el cual es antes de mí: … y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando con agua… Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre él. Y yo no le conocía; mas el que me envió a bautizar con agua, Aquél me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él, este es el que bautiza con Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio que este es el Hijo de Dios”. Juan 1:29-34 (El Deseado de todas las gentes, p. 110).

[Juan] sabía que era al Redentor del mundo a quien había bautizado. El Espíritu Santo descendió sobre él, y extendiendo la mano, señaló a Jesús y exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Lección de Escuela Sabática

20 Oct, 09:14


Audio de Laura Sanchez

Lección de Escuela Sabática

20 Oct, 09:13


🌟✍🏼 Notas de Elena,
para la lección de Escuela Sabática

Lección de Escuela Sabática

20 Oct, 09:12


El testimonio de Juan había sido positivo, había sido dado con poder, en la demostración del Espíritu. Había dado testimonio de lo que sus ojos habían visto, de lo que sus oídos habían oído, de lo que sus manos habían tocado, de la palabra de vida. Jesús dijo: “Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero”. Los escribas y fariseos habían creído entonces las palabras de Juan, pero el orgullo y la incredulidad obraron en sus corazones según la disposición de Satanás, y se manifestaron la envidia, los celos y el odio franco contra Cristo.

Jesús dijo a sus discípulos: “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado… Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado… Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí” (The Signs of the Times, 13 de noviembre, 1893, párrafo 4).

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Lección de Escuela Sabática

20 Oct, 09:12


📖 Lección 4: "Testigos de Cristo como Mesías"
Domingo 20 de octubre

■ El testimonio de Juan el Bautista

Como ilustraba la lección de la semana pasada, el Evangelio de Juan comienza con Jesucristo, el Verbo, en su existencia eterna antes de la Creación. Pero, en ese mismo prólogo, Juan el Bautista aparece como testigo de Jesús. Algunos judíos de la época de Jesús esperaban dos mesías, uno sacerdotal y otro real. Juan enseña claramente que Juan el Bautista no pretendía ser uno de esos mesías, sino que era testigo del único Mesías verdadero.

Lee Juan 1:19 al 23. ¿Cómo explicó Juan el Bautista su ministerio y su misión?


Los líderes religiosos enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle a Juan quién era. Con las grandes expectativas mesiánicas que había en Judea, era importante que el Bautista aclarara su relación con respecto a ellas. Él no era la Luz, pero había sido enviado por Dios para dar testimonio de la Luz y preparar la venida del Mesías (Juan 1:6-8). Por eso les respondió tan claramente como pudo, diciendo: “Yo no soy el Cristo” (Juan 1:20).

Además, Juan bautizaba con agua, pero Cristo bautizaría con el Espíritu (Juan 1:26, 33). Juan no era digno de desatar la correa de las sandalias de Jesús (Juan 1:27). Cristo superaba a Juan, pues existía desde antes que él (Juan 1:30). Jesús era el Hijo de Dios, y Juan se limitó a señalarlo como tal (Juan 1:34).

Lee Isaías 40:1 al 5 y Juan 1:23. ¿Cómo utiliza Juan estos versículos?


En la época de los caminos repletos de huecos y rocas, a veces se enviaban siervos delante del rey para nivelar la superficie de las calzadas, eliminar las curvas cerradas y allanar así el camino del soberano. En cumplimiento de la profecía, Juan vino con el fin de preparar el corazón de las personas para Jesús.

¿Cómo deberíamos los adventistas del séptimo día cumplir el mismo tipo de ministerio que Juan el Bautista? ¿Cuáles son los paralelismos?

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Comentarios Elena G.W

Había una gran obra designada para el profeta Juan, pero no había ninguna escuela en la tierra a la cual pudiera asistir. Debía adquirir su conocimiento lejos de las ciudades, en el desierto. Las Escrituras del Antiguo Testamento, Dios y la naturaleza que él había creado debían ser sus libros de estudio. Dios estaba capacitando a Juan para su obra de preparar el camino del Señor. Su alimento era simplemente langostas y miel silvestre. Las costumbres y las prácticas de los hombres no debían ser la educación de este hombre. La preocupación por lo mundano no debía afectar en nada la formación de su carácter…

Él buscaba el favor de Dios, y el Espíritu Santo descansaba sobre él, y encendió en su corazón un ardiente celo de hacer la gran obra de llamar a la gente al arrepentimiento y a una vida más elevada y más santa. Juan se estaba capacitando mediante las privaciones y las dificultades para disciplinar de tal manera todas sus facultades físicas y mentales, que pudiera sostenerse entre las gentes tan inconmovible frente a las circunstancias como las rocas y montañas del desierto qué lo habían rodeado durante treinta años (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1090).

La niñez, juventud y edad adulta de Juan se caracterizaron por la firmeza y la fuerza moral. Cuando su voz se oyó en el desierto diciendo: “Aparejad el camino del Señor, enderezad sus veredas”. Mateo 3:3. Satanás temió por la seguridad de su reino. El carácter pecaminoso del pecado se reveló de tal manera que los hombres temblaron. Quedó quebrantado el poder que Satanás había ejercido sobre muchos que habían estado bajo su dominio. Había sido incansable en sus esfuerzos para apartar al Bautista de una vida de entrega a Dios sin reserva; pero había fracasado. No había logrado vencer a Jesús. En la tentación del desierto, Satanás había sido derrotado, y su ira era grande. Resolvió causar pesar a Cristo hiriendo a Juan. Iba a hacer sufrir a Aquel a quien no podía inducir a pecar (El Deseado de todas las gentes, pp. 195, 196).

Lección de Escuela Sabática

19 Oct, 06:04


Audio de Laura Sanchez

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19 Oct, 06:04


🌟✍🏼 Notas de Elena,
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Lección de Escuela Sabática

19 Oct, 06:04


Audio de Laura Sanchez

Lección de Escuela Sabática

19 Oct, 06:04


Iban a celebrarse unas bodas en Caná de Galilea. Los contrayentes eran parientes de José y María. Cristo sabía de esta reunión familiar, y que allí se reunirían muchas personas influyentes, por lo que, en compañía de sus discípulos recién nombrados, se dirigió a Caná. En cuanto se supo que Jesús había acudido al lugar, se le envió una invitación especial a él y a sus amigos. Así se lo había propuesto, y por eso honró la fiesta con su presencia (Redemption: Or the Miracles of Christ, the Might One, 1877, p. 3).

Lección de Escuela Sabática

19 Oct, 06:04


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📖 Lección 4: "Testigos de Cristo como Mesías"
Sábado 19 de octubre

■ Lee para el estudio de esta semana
Juan 1:19:23; Isaías 40:1-5; Juan 1:29-37; Romanos 5:6; Juan 1:35-39; 1:43-51; 3:1-21.

Para memorizar

“Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios’ ” (Juan 3:3).

Sin duda, Jesús proporcionó a la gente poderosa evidencia bíblica en respaldo de sus afirmaciones acerca de sí mismo, incluyendo: “Les aseguro: El que cree, tiene vida eterna” (Juan 6:47).

Pero hay más. Convirtió el agua en vino; alimentó a miles de personas con unos pocos panes y peces; sanó al hijo del noble; restauró al hombre en el estanque de Betesda; dio la vista al ciego de nacimiento; y resucitó a Lázaro. El evangelista recurre a toda una serie de acontecimientos y personas (judíos, gentiles, ricos, pobres, hombres, mujeres, gobernantes, plebeyos, cultos e incultos) para que den testimonio de quién es Jesús.

Juan señala incluso al propio Padre y a las Escrituras como testigos de la identidad del Maestro.

Esta semana comienza con el poderoso testimonio de Juan el Bautista. También aparecen en escena otros testigos: Andrés y Simón Pedro, Felipe y Natanael; y un testigo inesperado, el fariseo Nicodemo. Pero hay otro testigo que permanece en la sombra (ese otro discípulo con Andrés, en Juan 1:35, 40): el propio Juan.

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Comentarios Elena G.W

Todos los rayos de luz que brillan en las Escrituras apuntan a Jesucristo y dan testimonio de él, entrelazando las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cristo es presentado como el autor y consumador de su fe, Aquel en quien se centran sus esperanzas de vida eterna. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”…

Jesucristo es el conocimiento del Padre, y Cristo es nuestro gran Maestro enviado de Dios. Cristo ha declarado en el sexto capítulo de Juan que él es ese pan enviado del cielo. “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna” (Fundamentals of Christian Education, p. 383).

Jesús dijo [a los escribas y fariseos]: “No queréis venir a mí para que tengáis vida”. “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”. “Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos”. Les pide que recuerden la profunda convicción que había en ellos a causa de los mensajes de Juan. Dijo: “Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis”.

El testimonio del Padre se había dado. “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí que los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él; y he aquí una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (The Signs of the Times, 13 de noviembre 13, 1893, párrafo 2).

Al emprender la gran obra de su vida terrenal, Jesús eligió a cinco discípulos: Juan, Andrés, Simón, Felipe y Natanael. Estos hombres fueron llamados de sus humildes ocupaciones para acompañar al Salvador en su ministerio, recibir sus enseñanzas divinas y ser testigos de sus poderosos milagros, para que los publicaran al mundo.