El perro Rinti era el más fiel acompañante de Jeannette, la seguía a todos lados, velaba su sueño y compartía con ella sus alegrías y tristezas, por eso también el amigo inseparable la siguió hasta el cementerio, el 11 de abril de 1931, cuando fue sepultada. Como allí no se permitía la presencia de animales, Rinti era sacado a la fuerza cuando caía la noche, pero cada mañana, al abrir las puertas del camposanto, volvía a los pies de la tumba de su dueña, y allí permanecía sin comer ni beber, a la espera de que la parca los volviera a unir, hasta que así sucedió.
Desde entonces este conmovedor acto de amor y nobleza fue añadido a esta obra escultórica, como prueba de que ni el más allá pudo quebrantar la lealtad de un perrito.
Parte 2⃣ y final.
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